Foto: Maggio Musicale Fiorentino
La historia
de la mariposa coleccionada y agujereada por el yankee vagabundo, que utiliza y
tira a la basura todo lo que encuentra, ganó esa vez también. La puesta en
escena del Maggio Musicale Fiorentino, viniendo del Teatro Comunale de Bologna,
cuidado por el regista Fabio Ceresa, con escenas de Giada Tiana Claudia Abiendi
y funcional y discreto vestuario de Massimo Carlotto, y, sobre todo, la apropiada
iluminación de Pamela Cantatore, nos hizo vivir otra ves el drama solipsista de
esa mujer-niña oriental del inicio del siglo XX, tan bien contado por Illica y
Giacosa y hecho inmortal por la música de Puccini. Las
escenas eran de verdad muy esenciales y eficaces: la casa “a soffietto” de Cio-Cio-San
limitada por bambús lacados rojos sangre, que en el segundo acto se volvían en
barrera cerrada contra el mundo exterior, ahora ya hostil después del repudio
familiar de la mujer; el jardín simplemente imaginado; un sistema de pasajes
sobre agua, esa también imaginaria; elementos escénicos que disminuyen poco a
poco desapareciendo totalmente en el ultimo acto, dejando todos los personajes
en la nada, con sus propias amargas y personales soledades. Momentos mágicos
visivamente y musicalmente. Eficaz, durante el coro “a bocca chiusa”, el sueño
de Cio-Cio-San, anhelando una imposible vuelta de su marido a la cama conyugal,
en una actitud con cariños que nunca mas podía ocurrir otra vez pues que ella, mujer
con diez y ocho años, ahora ya totalmente extraña en su propia casa, viviendo
en el mito de la mujer americana, imagina en su pequeña cabeza infantil y
lejana de la realidad. Buena idea dramática. Magnifica
estuvo Fiorenza Cedolins en el papel principal, desplegando dramaticidad vocal e
gestual ya seguras y solidas, con conmovedores pasajes en su aria y en “Tu,
piccolo Iddio”, mostrando una maternidad sufrida pues consciente que un trágico
epilogo ya estaba escrito en su karma. Lastima por unas pocas faltas de
afinación, de vez en cuando, pero apreciamos mucho sus “filatos” encantadores. Buen
partner vocal resultó Stefano Secco, F.B. Pinkerton, con clarísima dicción y
agradables sonidos, casi resucitando memorias a la manera de Di Stefano que ya
no estamos mas acostumbrados. Fue una grata sorpresa el humano y tocante cónsul
Sharpless de Vincenzo Taormina, que utilizó con sabiduría sus mezzavoces y una recitación
muy clara. El cariño casi paternal del cónsul delante la total ceguera de Cio-Cio-San,
aun causada por su amor sin condiciones, el desprecio por la superficialidad de
Pinkerton, las extremas decisiones de las que él no era responsable pues que él
mismo hubiera voluntariamente influenciado, eran tan bien exprimidos esa vez como casi
nunca es difícil apreciar. Buena la Suzuki de Enkelejda Shkosa así como el
resto del reparto. El coro
del Maggio, ça va sans dire, siempre optimo, cuidado por Lorenzo Fratini, expresó
todo el encanto del “coro a bocca chiusa”, pagina que se ha vuelto el leitmotiv
sea de la opera sea un tema utilizado también en la canción comercial italiana
del siglo XX: Tornerai (1936) de Olivieri-Rastelli. Para decir cuanta
influencia tuvo la música de Puccini en las composiciones sucesivas de otros
autores. Muy buena y elegante fue la concertación de Juraj Valciuha, dirigiendo
una orquesta del Maggio en buena forma y un escenario que lo segundó sin
vacilaciones.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.