Foto: Houston Symphony
Ramón Jacques
La programación de operas dentro de las temporadas de las
orquestas sinfónicas, que es ya una costumbre entre las principales
agrupaciones estadounidenses, ha enriquecido la oferta lirica en sus ciudades
con títulos desconocidos, poco representados o difíciles de escenificar por los
teatros de ópera. Como ejemplo se pueden citar las versiones en concierto que
harán este año la Boston Symphony de Król Roger de Karol Szymanowksi; o de Written on
Skin de
George Benjamin por la New York Philarmonic. Es precisamente en este nicho en
el que la Houston Symphony incorporó a su repertorio El Rapto
del Serrallo de Mozart (y evidentemente lo hará con más
obras liricas en futuras temporadas). En esta ocasión, se optó por una versión semi-escénica con un estrado detrás de la orquesta en el que los cantantes y el coro se
desplazaran con facilidad, entraban y salían en los cambios de escena. Se
redujeron los diálogos a lo indispensable, lo que ayudó a que prevaleciera la
continuidad musical. De la dirección escénica y actoral se ocuparon Lloyd
Wood y la dramaturga Gretl
Satorious quienes exaltaron con gracia las
situaciones cómicas que permite la trama, aunque por momentos se excedió y se exageró
innecesariamente en las bromas y la interacción que tuvo el director de
orquesta con los solitas y con el público. Musicalmente, una reducida orquesta
cumplió satisfactoriamente, con una ejecución puntualmente sinfónica pero con
la libertad de transmitir, sorprender y de halagar, bajo la incisiva y
entusiasta batuta de su titular, el colombiano Andrés
Orozco Estrada quien demostró control
e incesante motivación a sus músicos. El elenco de jóvenes cantantes fue
encabezado por el tenor Paul Appleby quien
prestó al rol de Belmonte calidez y elasticidad con voz de un color sutil que
agrada en este repertorio. Sorprendente la prestación de la soprano Lauren
Snoufer quien sacó adelante el tour de
forcé que es el papel de Constanza con encomiable
naturalidad, brillantez y agilidad. Agradó Abigail
Dueppen por su esmalte vocal como Blonde y el tenor Rafael
Moras por su desenvoltura como Pedrillo. El bajo Aaron
Sorensen dio vida al papel de Osmin. Una mención
para el coro de la Universidad de Houston por su solido aporte.
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