Foto: Lynn Lane photography -Austin Opera
Ramón Jacques
La Austin Opera ofreció su primera
representación de la siempre fascinante ópera Roméo y Julieta de Gounod. A
pesar de su corta existencia, de apenas 29 años de existencia, la compañía
cuenta ya con un lugar dentro mapa operístico estadounidense por su variada
elección de títulos que incluye por ejemplo: Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakovich, Elektra de Strauss y el estreno americano de la ópera Waiting for the Barbarians de Phillip
Glass. El montaje no podía ser de otra manera que tradicional, y en una
producción reminiscente al Globe Theatre de Shakespeare, diseñada por Eric Fielding para la ópera de Utah, la
función transcurrió con fluidez en el centro de un palacio renacentista en dos
niveles, que rodeaba el escenario. Para cada cambio de escena y ambiente
bastaba solo con mover algunos elementos –balcones, columnas, escaleras
etc. Si bien los vestuarios fueron
acordes a la escenografía, sus colores pálidos deslucieron visualmente, y en
este sentido poco ayudó la iluminación cuya tendencia fue hacia crear una
escena sombría y oscura. Lo que sí tuvo mucho sentido fue la puntual y
detallada dirección de Doug
Scholz-Carlson, de larga experiencia dirigiendo operas y obras de
Shakespeare, en el que sus personajes expresaban emociones y sentimientos,
particularmente en los momentos más íntimos, así como pasión e incluso gracia.
Sus coreografías incluso las peleas con espadas, parecían tener un sentido y
embonaban acorde a su visión de la trama. Los dos protagonistas dejaron una
agradable sensación por su compatibilidad vocal y su química escénica, como por
su desempeño individual. El tenor Stephen
Costello cantó con una calidad tonalidad oscura, apropiada para Romeo, y
con su juventud y atrevimiento escénico dio credibilidad a su papel. La soprano canadiense Joyce El-Khoury fue una ideal Julieta, jovial y carismática, de un
canto rutilante y elegancia en el fraseo y en la dicción. El agradece el
correcto desempeño del resto de los cantantes del elenco así como del sólido y
participativo coro del teatro. La orquesta de la mano segura del experimentado
director Richard Buckley, se escuchó
dinámica, con sentido de balance y una
solida y densa sección de metales.
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