Fotos Paul Orenstein
Giuliana Dal Piaz
Del 11 al 13 de Diciembre, The Toronto Consort, el más importante conjunto canadiense especializado desde hace más de cuarenta años en músicas que van desde la Edad Media hasta el Barroco (aprox. 1200-1675), fundado y dirigido por el Mº David Fallis, ha presentado Christmas at the Monastery of Santa Cruz, teniendo como director huésped al laudista de origen bosnio Mº Zak Ozmo, muy conocido por sus amplias investigaciones históricas en campo musical. Graciasa a la presenci entre los monjes de muchos músicos y compositores, el Monasterio portugués de Santa Cruz, en Coímbra, incluía en los cinco años de noviciado de los futuros monjes una formación musical obligatoria. El resultado era el de una comunidad monástica rica en talento y producción musical, cuyo patrimonio quedó en una abundante pero desordenada colección de manuscritos y partituras, fortunosamente reunidos en la Libreria General de la Universidad de Coímbra. Entre los manuscritos conservados, los más numerosos son precisamente villancicos (composiciones sacras dedicadas a la Navidad) y romances (canciones y composiciones de tipo profano). En ambos géneros, el texto muestra las frecuentes combinaciones de portugués, español y criollo, la lengua que hablaban esclavos y esclavos liberados de las colonias portuguesas. También la música de estas composiciones está fortemente influenciada por ritmos y armonías de origen africano, al punto que la Iglesia intentaba prohibir que los monjes la ejecutaran en los varios conventos. Prácticamente todas las composiciones conservadas son anónimas. El programa del concierto ha incluído seis piezas de música orquestal, cuyos títulos ya indican por sí solos el tipo de ritmo vivaz y por momentos turbinoso, Gagliarda, Terantela, Cumbé, Marisapoles Quarto Tom, Cubanco Setimo Tom e Pavana Primiero Tom, y nueve piezas vocales, siete de ellas villancicos, inspirados en el nacimiento de Cristo desde un punto de vista formal, aunque la Navidad sea en realidad un pretexto para compartir música y baile. Zak Osmo y Terry McKenna tocaron alternativamente la quitarra barroca y la tiorba; Christopher Verrette, violinista permanente de la Tafelmusik Baroque Orchestra, tocó, en calidad de concertista huésped, el violín barroco; Benn Grossman tocó las percusiones, desde el tambor de tabla a la pandereta, al triángulo; el tenor Paul Jenkins tocó el clavecín y el órgano; la soprano Katherine Hill tocó la viola da gamba; y Alison Melville toca ahora la flauta dulce, ahora la flauta transversa; sólo vocalistas fueron el bajo John Pepper, la soprano Michèle DeBoer y la mezzo-soprano huésped Jessica Wright. La dulzura y suavidad de las voces femeninas, por momentos guiadas y siempre sostenidas por el vigor profundo del bajo, la armonía de los instrumentos antiguos magistralmente ejecutada, la musicalidad de la lengua (muy hábiles los cantantes canadienses para expresarse en un idioma no sólo extranjero, sino anómalo) hicieron del concierto una delicada y agradable filigrana de ritmos y voces.
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