Francesco Bertini
Durante
el festival Lo spirito della musica di
Venezia, el Teatro La Fenice organizó una serie de concertos que ofrecen un
repertorio poco conocido o casi nunca interpretado. Tal es el caso de la producción operística de Dafne. La obra de
Antonio Caldara, le da luz a un compositor a un compositor actualmente
desconocido. Su actividad fue en los
años venecianos posteriores al periodo romano y la consagración vienesa donde
obtuvo el encargo de vice maestro de Cappella di Sua Maestà Cesarea e Cattolica.
La obra mitológica pertenece a la etapa madura de la actividad de Caldara,
quien concluyó la partitura en julio de 1719, que está basada en un libreto del
abad Giovanni Biavi, y fue representada el 4 de octubre de 1719 en Salzburgo
con la presencia del arzobispo Fran Anton von Harrach, a quien fue
dedicada. La producción de la Fundación
Teatro La Fenice, en colaboración con la Fundación Musei Civici di
Venezia, fue dirigida por Bepi Morassi y
afianzada con los bellos vestuarios de Stefano Nicolao. La Sala dello Scrutinio del imponente Palacio
Ducal fue una marco espectacular para la producción que se realizó sobre
plataformas, donde se colocaron maquinas alineadas y manejadas con la mano, que
era reproducciones de modelos
originales. El aspecto ‘fantástico” particularmente apreciado entre el siglo
diecisiete y dieciocho se introdujo a la perfección en la locación lo que dio
frescura a toda la representación. El elenco vocal fue respetable con una Francesca Aspramonte quien puso al
servicio de dos papeles, el de Dafne y el de Venere, una voz dúctil y una
interpretación atenta al fraseo y a la presencia escénica. Optimo fue el desempeño de Carlo Vistoli, contratenor que cantó la
parte de Febo con técnica envidiable, unida y homogeneidad en toda la gama
vocal. El barítono Renato Dolcini como Peneo
y Giove evidencio potencial con
ambos personajes. El único que mostró alguna dificultad fue el tenor canadiense
Kevin Skelton, intérprete de Aminta y
Mercurio con dicción oscura y algunos
problemas con la tesitura que comprometieron en parte la línea canora. El
aporte de Stefano Montanari, guiando a la Orquesta Barroca del Festival,
resultó ser valida. El director, quien
también toco el violín, captó el sentido de la narración, dándole al
espectáculo fluidez y una constante atención para desenmarañar la
historia. Su lectura, mas allá de dar
frescura al lengua barroco, estimuló una profunda atención gracias a sus
constantes y personales búsquedas de ejecución.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.