Foto: Parpagnoli
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos
Aires, 12/12/2015. Teatro 25 de Mayo. Maurice Ravel: L’Enfant et les sortilèges. Fantasía Lírica en dos partes. Libro de Sidone-Gabrielle Colette.
Arreglo para cuarteto de Didier Puntos. Espectáculo presentado y
producido por el Taller de Integración Operística (TIO) del Instituto Superior
de Arte del Teatro Colón. Temporada 2015 del Teatro Colón.
Algunos
creen que el futuro de la ópera está en producir puestas escénicas
revolucionarias, modernas o con cambios radicales respecto al texto. Puede ser
un camino para los que ya conocen el repertorio y el impacto del escándalo
produce interés en ver estas producciones. Pero existe otro camino, sin dudas
más difícil, que es el de formar nuevos artistas y nuevos públicos para
asegurar el futuro del género. El
Instituto Superior de Arte del Teatro Colón forma artistas, con altísima
calidad, desde hace décadas y con esta presentación de su Taller de Integración
Operística (TIO) pudo cumplir tanto con los jóvenes que se forman en las
distintas disciplinas artísticas que se conjugan en la ópera como con la tarea
de formar nuevos públicos, con estas cuatro funciones de ‘L’enfant et les sortilèges’
(el niño y los sortilegios) de Maurice Ravel con entrada libre y gratuita y en
un Teatro -el 25 de Mayo- alejado de los circuitos habituales de la música
académica. El
Taller de Integración Operística (TIO) amalgama todas las carreras y talleres
que se dictan en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. La conducción
del Instituto propone un título operístico al principio del año y se realiza un
concurso entre los estudiantes de la Carrera de Dirección Escénica de Ópera,
quienes presentan proyectos y equipos de trabajo en conjunto con los alumnos de
los talleres de vestuario y de realización escenográfica. El trabajo ganador es
el que se ofrece en estas funciones abiertas al público, toda la producción
queda en manos de los alumnos con la supervisión del cuerpo docente. Una más
que buena iniciativa que apuesta por el futuro de la ópera. Los
encargados de los aspectos visuales fueron Mariana Ciolfi (dirección escénica),
Zacarías Gianni (diseño escenográfico), Luján Assad (diseño de vestuario) y
Aurelia Espinola (realización de vestuario). Todo se conjugó para una puesta
delicada, simple y bella. Los movimientos naturales, el marco escénico y los
ingeniosos trajes crearon el marco perfecto para una obra que pueden disfrutar
grandes y chicos. En la
faz musical se optó por el arreglo para cuarteto de cuerdas de Didier Puntos
interpretado con excelencia por Marcelo Ayub y Sebastián Achenbach (piano), Jorge
Pérez Tedesco (violonchelo) y Damián Romagnoli (flauta). Emmanuel Siffert en el
podio concertó con brillo la obra mientras que el coro reunido para lo ocasión,
y preparado por Marcelo Ayub, aportó su cuota de justeza y profesionalismo. El
elenco vocal es numeroso y se mostró homogéneo y solvente. El niño ofrecido por
Cecilia Pastawski, tuvo todo lo que tiene que tener el protagónico de la obra.
Se destacaron: la madre/la libélula interpretadas por Trinidad Goyeneche, la
princesa a cargo de Elizabeth Guerrero Rengifo y las matemáticas cantadas por
Mauro Di Bert. Sebastián Angulegui fue un reloj y un gato de perfectos acentos
mientras que mostró robustez vocal el árbol de Gustavo Vita, Milagros Burga se
conjugó adecuadamente, como la gata, con su contraparte en el delicioso dúo y
excelentes condiciones mostró Ana Sampredro (la bergère y el murciélago). Con
buen nivel las danzas así como el resto del elenco formado por María Florencia
Molinero, Pamela Rosenstock, Natalia Salardino, Pablo Scaiola, Constanza Díaz
Falú, María Goso, Elías Ongay y Luis Asmat Ramírez.
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