Foto: Brescia & Amisano
Massimo Viazzo
!Fue una de
las mejor logradas inauguraciones en el Teatro alla Scala de los últimos años! La
idea de proponer después de un siglo y media una titulo verdiano prácticamente olvidado
ha rendido frutos. La ópera gustó y el espectáculo fue muy aplaudido.
Musicalmente hablando, Giovanna d’Arco es una ópera que no sale perdiendo comparados
con otras obras que le son contemporáneas. Por su parte, la dramaturgia es un poco ‘jalada
del pelo’ pero aquí intervino admirablemente la dirección escénica realizada
por el binomio Moshe Leiser y Patrice Caurier quienes dotaron al
personaje protagonista de una luz psicoanalítica de rara fuerza dramática y
coherencia. De hecho, Giovanna, es una
mujer psicológicamente muy débil que vive en su habitación y en su cama la
acciona nada en la ópera. Aquí todo funcionó a la perfección, incluso el perdón
paterno final, que es difícil de justificar tan solo desde el libreto, pero que
en este espectáculo fue perfectamente creíble. Riccardo
Chailly dirigió a una orquesta en buena forma y con un paso teatral
fulminante, con conjunción y gran impacto, pero sin ahorrarse la dulzura y
cincelar los timbres. Diría que fue una conducción de absoluta referencia, como
también lo fue el elenco que conquistó por lo idiomático de su acento y la
certeza en la intención. Anna Netrebko delineó una Giovanna atormentada y
combativa con voz bien emitida y de timbre seductor. Por su parte, Francesco Meli dio voz al Rey de
Francia con seguridad, cantando sul fiato
y sin incertidumbre. Muy positivo fue también
la prueba de David Cecconi (quien sustituyó
a un indispuesto Carlos Álvarez), un barítono que quizás no sea muy refinado en
el fraseo, pero ciertamente muy gallardo y vigoroso. Muy bien estuvieron también los intérpretes
secundarios como Dmitry Belosselskiy
como Talbot y Michele Mauro como
Delil. Sobresaliente como siempre estuvo el coro de la Scala, en lo que fue un
triunfo para todos.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.