Wednesday, August 16, 2017

El pianista András Schiff cautivó al público del Palacio de Bellas Artes de México

Fotos: INBA

El pianista András Schiff cautivó al público del Palacio de Bellas Artes de México con obras de Bach, Bartók, Schumann y Janáček en una noche inolvidable, dos días después interpretó El clave bien temperado Libro I (preludios y fugas 1-24) BWV 846-869 de Bach en la misma sede Luego de casi cuatro años de ausencia de los escenarios mexicanos, donde ejecutoo las Variaciones Goldberg de Bach,  el pianista de origen húngaro András Schiff, considerado uno de los más destacados de la actualidad en el mundo, ofreció el primero de dos recitales en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, donde no solo impresionó al público, sino que además lo fascinó de principio a fin. En su primer recital, Schiff brindó un programa variado, virtuoso y completo, como lo había prometido, formado por obras de Johann Sebastian Bach, Béla Bartók, Robert Schumann y Leoš Janáček, con las que demostró, una vez más, su dominio de la técnica y una impresionante memoria, pues durante todo el concierto, que duró más de dos horas, nunca tuvo frente a él partitura alguna. Con paso lento llegó al centro del escenario del Palacio de Bellas Artes y de inmediato dio rienda suelta, de manera tranquila, solo con algunos movimientos de cabeza y gesto adusto, al arte de la música capaz de sustituir mil palabras. En la primera parte del recital, Schiff interpretó Invenciones a tres partes (sinfonías 1-15) BWV 787-801 de Bach, intercaladas con la Suite para piano op. 14 y Al aire libre (1-5) de Bartók. 
El pianista no expresó palabra alguna durante toda la sesión. Solo él y su piano hicieron una noche inolvidable, con una interpretación que mantuvo al público en completo silencio. Las Invenciones de Bach fueron escritas entre 1720 y 1723, y se caracterizan por ser piezas cortas sin características específicas, pero que en su época demostraron alguna novedad. Su objetivo –escribió en su momento el propio compositor– era ayudar a los jóvenes pianistas “a lograr un estilo cantabile al tocar y a la vez adquirir una sólida idea de la composición”. En las manos de Schiff, estas obras de carácter didáctico fueron piezas maestras de un gran virtuosismo, al igual que las de Bartók, compuestas en su momento con un afán de refinamiento de la técnica pianística. Estas se convirtieron en un deleite sonoro para los asistentes, que solo al final de la última pieza (La caza) desató ovaciones y aplausos. Solo con su música, András Schiff despertó toda clase de sentimientos, en especial cuando interpretó la Sonata para piano 1.X.1905, Desde las calles, obra fúnebre que Janáček compuso en memoria de un obrero checo asesinado en las revueltas de 1905 en su país. Luego vino la larga y enigmática Sonata núm. 1 en fa sostenido menor op. 11 de Schumann, con la que el pianista llevó a su punto climático el recital. Un público silencioso, extasiado, sin duda anonadado por el alto grado de complejidad de las obras ofrecidas, pudo demostrar su entusiasmo con un largo aplauso de más de diez minutos, que hizo volver al pianista al escenario hasta en tres ocasiones, mismas en las que interpretó otros fragmentos de obras de Bach, Bartók y Schumann. En su segundo recital, Schiff interpretó  El clave bien temperado Libro I (preludios y fugas 1-24) BWV 846-869 de Bach, una segunda oportunidad de extasiarse con la música en manos del multipremiado pianista.


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