Foto: Cultura UNAM / Barry Domínguez
Luis Gutiérrez R
La Universidad Nacional Autónoma de México presenta
una sabrosa producción de la ópera bufa de Ermanno Wolf–Ferrari. Cultura UNAM
presenta IM–PULSO, iniciativa que busca convertirse en un espacio anual en el
que crezcan los más eclécticos lenguajes de las artes escénicas, en palabras
expresadas en el programa de mano. Uno de los proyectos es la presentación de
la ópera bufa Il segreto di Susanna que Ermanno Wolf–Ferrari compuso en 1909,
en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. El argumento
de este caramelo, que así caracterizo por su brevedad y buen sabor, describe
las aventuras mentales de una pareja de recién casados, el Conde Gil y la
Condesa Susanna. El Conde detesta el olor a cigarrillo, mismo que percibe
continuamente en su casa; estima que quien lo causa es un hipotético amante de
su joven esposa, aunque descubriremos que lo que el secreto de la Condesa
Susanna es el hecho de que ella es quien fuma. Al “confesar” el hecho, su ahora
amante esposo decide fumar también. La música, aunque de corta duración, unos
50 minutos destaca por la presencia de alusiones al Preludio a la siesta de un
Fauno de Debussy, que sugieren el movimiento voluptuoso del humo expelido por
Susanna, así como motivos cómicos desde la obertura –sí, cuanta con una pequeña
obertura que el director de escena respetó sin introducir escenas graciosas
como lo hacen muchos ponedores – y la presencia recurrente de una gavota, que
creo nació en Il crociato in Egitto del Meyerbeer italiano, habiendo pasado por
Manon y llegando hasta la escena de Ascot de My Fair Lady. El director de
escena, Hernán del Riego, decidió poner la obra con el lenguaje de los comics,
impresos y en la televisión, logrando una espléndida producción. La diseñadora
de escenografía e iluminación, Xóchitl González y el diseñador de vestuario y
utilería, Mario Marín del Río, lograron un brillante trabajo, en comunión total
con el concepto. La ejecución vocal y actoral de Irasema Terrazas como Susanna
y Josué Cerón como el Conde Gil fue estupenda. Aunque breve, las partes de
ambos cantantes no son simples, de hecho, son muy demandantes en cuanto a la
duración, rango y variación de la dinámica durante sus largos solos. Alejandro
Camacho como actor mudo ayudó a subrayar la comicidad de la puesta en escena. Gustavo
Rivero dirigió la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, formada por
becarios menores a los 30 años, es decir jóvenes de verdad. Bajo la batuta de
Rivero la orquesta logró una muy buena ejecución, destacando la del clarinetista
Luis Arturo Cornejo. No exagero al decir que pasé una gran tarde de domingo
gracias a todos los artistas que nos bridaron generosamente su trabajo
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