Foto: Buenos Aires Lirica
Luis G. Baietti
Con esta magnífica puesta, por momentos deslumbrante
del clásico pucciniano, Buenos Aires Lirica llega a lo que seguramente será el
punto culminante de una temporada que exigió mucho de la imaginación y el
pragmatismo de sus conductores, habida cuenta de las restricciones
presupuestales y los costos en incesante ascenso. La puesta de La Boheme,
inteligentemente compartida con la Ópera de Rosario una Compañía que año tras
año viene dando muestras de un gran sentido de la oportunidad para con escasos
recursos llevar al público rosarino espectáculos de gran calidad, la puesta
hace gala de un vestuario de primer nivel y de una planta escénica donde la
imaginación, el buen gusto y la madurez artística han reemplazado con total
éxito al despliegue de costosos elementos. Pero el éxito de la versión, que
adelanto es una de las mejores Bohemes que se han visto en los últimos años por
estos lares y que en muchos detalles superó a las recientes versiones del Colón,
el Argentino de la Plata y el Sodre se debió fundamentalmente a la gran labor
de un terceto de directores que supieron llevar a los elementos bajo su comando
al más alto nivel que podían entregar. Mario Perusso es un verdadero experto en
Puccini y cada vez que se enfrenta a una partitura del gran maestro de Lucca, logra ejecuciones de
calidad musical e impacto emocional. Sabe además donde debe la orquesta
explayarse en toda su potencia, y donde debe desaparecer y ocupar el segundo
plano frente a la voz de los cantantes. Algunos desajustes siempre esperables
en las primeras escenas del primer acto para nada invalidan esta opinión. Hace
mucho tiempo que sabemos que Marcelo Perusso es un gran director teatral, con
un gran dominio de todas las técnicas requeridas, gran capacidad de estimular a
un elenco y hacerlo vibrar con su texto, y capaz de cuidar hasta el mínimo
detalle de la representación sin descuidar las contra escenas. Marcelo suele ser su propio enemigo y en el
afán de parecer moderno incurre a veces en soluciones estrambóticas que
colisionan con el texto. Nada de eso en esta Boheme donde se ciñó rigurosamente
al bellísimo texto de Puccini y sus libretistas y logró un espectáculo por
momentos visualmente cautivante, pero en general por sobre todas las cosas de
gran emotividad. Ojalá persista en esta línea. Juan Casasbellas ha logrado
integrar un espléndido coro, que además de cantar actúa con desenvoltura y que
hasta se permite sutilezas como la voz ruda de los trabajadores de la nieve en
el acto 3. Y tuvo la suerte de contar con el excelente coro infantil Petis
Cours muy bien dirigido por Rosana Bravo con un gran desempeño vocal y
escénico. Y qué elenco ¡! Para empezar dos de los recién ganadores del Concurso
Alejandro Cordero: Luis Loaiza Isler y
Maria Belen Rivarola El cómo Schaunard exhibiendo una rica voz de barítono de
generosa extensión y volumen y una impecable línea de canto, que no sorprende
haya impactado al Jurado del Concurso con su excelente ejecución del aria de IL
Trovatore que es lo que una voz así de importante realmente pide. Ella con una
Musetta impecable vocalmente y de gran despliegue escénico. No debe haber
muchas sopranos en el mundo que tengan en su repertorio simultáneamente la
Mussetta de Boheme y la Leonora de Il Trovatore. ambas cantadas con absoluta
solvencia vocal. Walter Schwartz que suele ser un puntal de todas las
representaciones operísticas en el Avenida, luce aquí una bellísima voz que
despliega emocionantes pianísimos en el aria vecchia zimarra cantada con la
cuota justa de emoción, redondeando uno de los grandes momentos de la noche.
Sergio Carlevaris estuvo excelente en el doble papel de Benoit y Alcindoro aunque
yo hubiera hecho el primero menos amanerado. Ernesto Bauer es un placer
irrestricto al oído con su bellamente timbrada voz, que parece estar pasando
por un gran momento. ¡Fue además un intérprete muy compenetrado con el drama
logrando un momento realmente desgarrador en la escena final donde su Coraggio! Fue absolutamente conmovedor. Nazareth Aufe está
aquí más a sus anchas que en los papeles de spinto que por fuerza de las
circunstancias se ha visto obligado a cantar ( y como lamento no haber oído su
Edgardo en hasta Trilce, ya que canceló la función a la que asistí )- Su voz
esencialmente lírica si no lírico ligera se explaya con naturalidad y belleza
en toda la zona aguda especialmente los pianísimos, y si bien suena
absolutamente segura en el centro y grave , en esas zonas el timbre ya no es
tan grato, quizás producto del esfuerzo por ensancharlos para enfrentar el
repertorio atípico que ha venido cantando. Actoralmente está casi
irreconocible. Ha incrementado
tremendamente su bagaje actoral y logró una versión en todo momento
convincente y emocionante de su bohemio, al que algunas torpezas muy
ocasionales de desplazamiento o gesticulaciones
algo descontroladas no le quedan de todo mal dada la juventud del personaje. No tengo palabras suficientes para describir el logro
total y absoluto de Montserrat Maldonado en una Mimi absolutamente soñada.
Mucho más a sus anchas que en Ernani o Norma papeles que seguramente serán su
dieta diaria de aquí a unos 10 años, con un bello timbre oscuro, generoso
volumen, pianísimos que evocan a la Caballe acariciando más que cantando las
notas, y un desempeño escénico conmovedor es imposible pensar en una Mimi más
brillante. Conviene apresurarse a verla porque no creo que se quede mucho
tiempo en el país.
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