Monday, February 11, 2019

Andrea Chénier en Viena


Fotos: Gentileza Ópera de Viena. Crédito Fotográfico: Michael Pöhn

Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica

Viena (Austria), 09/01/2019. Wiener Staatsoper. Umberto Giordano: Andrea Chénier. Ópera en cuatro actos. Libreto de Luigi Illica. Otto Schenk, dirección escénica. Rolf Glittenberg, escenografía. Milena Canonero, vestuario. Thomas Lang, coreografía. Gregory Kunde (Andrea Chénier), Tatiana Serjan (Maddalena di Coigny), Luca Salsi (Carlo Gérard), Virginie Verrez (la mulata Bersi), Lydia Rathkolb (la condesa de Coigny), Zoryana Kushpler (Madelon), Wolfgang Bankl (Mathieu), Boaz Daniel (Roucher), Thomas Ebenstein (Incredibile), Igor Onishchenko (Fleville), Benedikt Kobel (el Abate), Marcus Pelz (Dumas y Mayordomo), Alexandru Moisiuc (Fouquier Tinville), Ryan Speedo Green (Schmidt). Orquesta y Coro Estables de la Ópera de Viena. Dirección Musical: Fréderich Chaslin.

La Ópera de Viena repuso, una vez más, la clásica producción de Otto Schenk de Andrea Chénier de Giordano con un trío protagónico de primer nivel, buenos comprimarios y una muy buena versión musical. Aunque sus orígenes son de 1981 y el concepto general se ve un poco anticuado, la puesta de Schenk funciona aún hoy de modo razonable. La escenografía de Rolf Glittenberg es sencilla y funcional, en el primer acto unos cortinajes emulan palcos y la escena de un teatro barroco mientras que los otros tres tienen una estructura común: una plaza de arcos de medio punto que con algunos cambios se adapta a las situaciones planteadas en el libreto. El vestuario de Milena Canonero se adapta en estilo, texturas y diseños a la época de la acción; mientras que resulta correcta la coreografía de Thomas Lang
En veterano tenor Gregory Kunde cumplió de punta a punta con los requerimientos del protagónico. Apreciable volumen, agudos claramente tenoriles bien colocados y proyectados, intencionalidad, entrega y cierta dosis de arrojo son las claves de una interpretación de Chémier que no pasa desapercibida. Un verdadero prodigio vocal el tenor norteamericano con el agregado que continúa con su tesitura original y no cambió de registro para alargar artificialmente una carrera artística. La soprano rusa Tatiana Serjan fue una Maddalena de perfectos acentos. Todo estuvo en su lugar y pudo pasar de la frivolidad del primer acto al enamoramiento del segundo sin inconvenientes. Dramática cuando hay que serlo y de profundo lirismo allí dónde lo solicita la partitura. Una voz de muy buena proyección, bien timbrada y adecuadamente expresiva. Luca Salsi fue impecable en un rol que para él no tiene secretos: Carlo Gérard. Salsi se lució por su bello color vocal, su perfecta dicción, su adecuada proyección y su línea de canto genuinamente italiana. La mezzosoprano francesa Virginie Verrez fue una Bersi creíble en lo actoral y de muy buen trabajo vocal. Cuidada la interpretación de Zoryana Kushpler de la vieja Madelon, sólidos y profesionales Boaz Daniel (Roucher) y Wolfgang Bankl (Mathieu), y una voz muy interesante la de Thomas Ebenstien (el Incredibile). Adecuado el resto del elenco en sus pequeños roles así como el Coro. El maestro Frédéric Chaslin condujo con mano segura a la Orquesta de la Casa logrando una versión vivaz, de perfecto estilo y adecuado balance sonoro.



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