Ramón Jacques
Salome, ópera en un acto de
Richard Strauss, con la que concluye una temporada más de la Houston Grand Opera,
tiene un significado especial para la compañía ya que fue el primer título que escenificó,
estrenándose el 19 de enero de 1956. Aunque desde aquel momento no ha sido una
obra que se reponga con frecuencia, las ocasiones que aquí se ha hecho, ha
tenido intérpretes representativas del personaje como fueon: Grace Bumbry,
Josephine Barstow o Hildegard Behrens. Para esta nueva producción se anunció inicialmente
a la soprano Amanda Majeski, pero su imprevisto retiro permitió presenciar el
debut en el papel de la soprano estadounidense Laura Wilde, quien lo interpretó de manera ampliamente satisfactoria.
Wilde abordó el psicodrama erótico con presencia y seguridad en cada una de las
diferentes facetas del personaje desde la dulzura y el candor hasta el capricho
y la desenfrenada locura. Logró irradiar sensualidad y vulnerabilidad con desenvoltura
y frescura. Su desempeño vocal fue notable con su cálida y expresiva voz, que dotó
de color y dramatismo acorde a la música, expandiéndola y proyectándola con
facilidad cuando fue requerido, emitiendo puntiagudos y penetrantes agudos que
atravesaban la densa orquestación. Este teatro se ha caracterizado por
encontrar y lanzar talento, por lo que no sorprendería escuchar su nombre más
adelante en otros proyectos y escenarios importantes. La presencia de la
soprano finlandesa Karita Mattila
fue un deleite en el papel de Herodías. Su canto pleno de vigor y enjundia
junto a una verosímil y apetecible actuación no sorprendieron viniendo de un
gran nombre de la ópera. El bajo-barítono Ryan
Mckinny dio carácter y una voz profunda y bien matizada al papel de
Jokanaán, y el tenor Chad Shelton,
fue un animado casi desquiciado Herodes, sin sobreactuar, dando substancia y
vitalidad a su canto por las cualidades de su voz. Del resto de solistas que
redondearon bien el elenco se debe mencionar al tenor Eric Taylor como Narraboth y a la mezzosoprano Erin Wagner como el paje de Herodías. La conducción musical de Keri-Lynn Wilson, fue accidentada en la
elección de tiempos, timbres y la fuerza orquestal, sobre todo en los pasajes
de mayor dramatismo, pero mientras fue calibrándola y adentrándose en la
partitura obtuvo un buen trabajo de los músicos de la orquesta. La propuesta
escénica traída del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia España, del
diseñador y vestuarista Louis Désiré,
con dirección escénica de Francisco
Negrin, ambos debutantes en este teatro, no dejó indiferente a nadie. Situada
en la actualidad para los personajes principales, y el resto de los artistas en
escena observando, con vestuarios de diferentes épocas históricas, fue
transcurriendo la función sobre una plataforma circular, rodeada de un enorme
muro sobre el centro del escenario, y en cuya parte posterior había una enorme
esfera, simbolizando un globo terráqueo, donde se encontraba Jokanaán. Al
quedar frente al público, la esfera se abría mostrando en su interior un
espacio con espejos, al que entraba y salía Salome, donde se proyectaban
abigarrados y coloridas imágenes, de Joan
Rondón, que, con la iluminación, de Bruno
Poet, se crearon efectos visualmente sugestivos. La dirección escénica
Negrin, se enfocó en un trabajo con los artistas más palpable y cercano al
espectador de hoy, alejándose de la concepción que ya se tiene de la trama,
así, por ejemplo: el baile de los siete velos parecía más un atrevido baile de
discoteca con Salome rodeada de sensuales prostitutas; y en la escena final se
le entrega el cuerpo completo del asesinado y degollado Jokanaán. La propuesta
por algunas ideas parecería absurda y cercana al regietheater lo cierto es que funcionó bien. Más allá de entrar en juicios
sobre lo visto en el espectáculo, convendría hablar sobre el efecto que esta
Salome, suscitó en el público asistente, que como pocas veces ocurre en este
teatro, más allá de los respectivos aplausos finales, tuvo una sincera e
impresionante reacción explosiva al término de la función. La ópera es también
un espectáculo visual, y desde esa perspectiva, tanto para el teatro como para
los presentes en esta primera, de cinco funciones, el cometido se cumplió. Mientras
tanto, se anunciaron los títulos para la próxima temporada que incluye el
estreno absoluto de dos operas: Intelligence de Jake Heggie (creador de la
ópera Dear Man Walking) y The Big Swin de la compositora Melina
Tuin, además de otros títulos interesantes como Parsifal de Wagner y The
Sound of Music de Rodgers y Hammerstein, entre otras.
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