Eduardo Andaluz
En el escenario del Teatro
Degollado de Guadalajara, y como parte de las actividades programadas dentro
del Festival Cultural de Mayo que se lleva a cabo anualmente en esta esa
ciudad, se ofreció un recital, de voz y piano, con la soprano estadounidense de
origen puertorriqueña Sophia Burgos,
acompañada del pianista alemán Daniel
Gerzenberg, quien tan solo unos días antes dio un recital de piano, al lado
de la conocida pianista rusa LiLya
Zilberstein, que se conocemos bien en nuestro país. Debo reconocer que no
conocía a Sophia Burgos, ni había escuchado mencionar su nombre hasta que el
pasado mes de marzo, de este mismo año, leí que había sustituido, con mucho
éxito y de manera inesperada a Nadine
Sierra en el ciclo de canciones titulado Ancient Voices of Children del compositor estadounidense George
Crumb (1929) con la Filarmónica de Los Ángeles bajo la conducción de Zubin
Mehta. Ello me hizo pensar que no se
trataba de una soprano cualquiera, y gracias al internet descubrí que, aunque
es una cantante con una carrera que aún puede considerarse como ascendente,
posee ya un notable currículum si considera que ha trabajado en producciones
importantes como: Benvenuto Cellini con John Elliot Gardiner, Cosi Fan Tutte
con Ivor Bolton o en la Zorrita Astuta con la London Symphony con la conducción
de Simon Rattle. El programa titulado
“Sun and Shadow” un concepto entre la soprano y el pianista que parecen
regularidad con regularidad demostró que Burgos es una interprete interesante y
completa pese a su juventud, muy expresiva en su canto como en sus movimientos
escénicos, que muestra apegó y comprensión del texto, que se nota a gusto y
disfrutando lo que hace. El programa ofrecido tampoco desmereció y fue atractivo
por la combinación y variedad de piezas y estilos elegidos, y con buen gustó.
En español cantó con animación y pasión: Cinco
Canciones populares de Ginastera como: Chararera,
Triste, Zamba, Arrorró y Gato; así como las Canciones Argentinos de Carlos Guastavino como: Encantamiento, Nana del niño malo, Se
equivocó la paloma, la rosa y el sauce, pampamapa; y la mayor intensidad
interpretativa de sentimiento y tempramento la imprimió a las tres canciones folclóricas
puertorriqueñas que regaló, con arreglos de ella misma. Aquí se escucharon Mi
Gente Taina de Maria Crooke, la Parranda Campesina de autor anónima, y el
Lamento Borincano de Rafael Hernández Marín. De la tierra de sus origines se
incluyó también una improvisación sobre “Pájaro que cae” de la poeta puertorriqueña
Mara Pastor. En el plano de la música contemporánea, y del compositor George
Crumb, cantó, del ciclo de cinco poemas de Federico García Lorca, titulados Sun
and Shadow (Spanish Songbook II), y cerró con el que a mi parecer fue su mejor
intervención de la velada con Canciones del “Spanisches Liederbuch” (Cancionero
español) de Hugo Wolf donde pudo desplegar mejor su potencial vocal como en Nun
bin ich dein, o en Klinge, klinge, mein Pandero. Daniel Gerzenberg dio buen
acompañamiento al piano, aunque por momentos se notaba un poco rígido y
incidiendo en la fluidez y dinamismo de la soprano.
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