Foto: Teatro Municipal de Santiago
Johnny Teperman
Temporada lírica 2011 del Teatro Municipal. Elenco. Aida: Tamara Wilson/Elisabeth Meister. Radames: Stuart Neill/José Azócar. Amneris: Elena Manistina/Anna Victorova/Isabel Vera. Amonasro: Elchin Azizov/Manuel Álvarez. Rmfis: Stanislav Shvets/ Homero Pérez-Miranda El Rey: Sergej Artamonov/Carlos Eduardo Marcos. Mensajero: Claudio Fernández/Leonardo Navarro. Sacerdotisa: Paola Rodríguez/Sonia Vásquez. Director de Escena: Michael Hampe. Escenografía: Germán Droguetti/Michael Hampe. Vestuario: Germán Droguetti. Iluminación: Ramón López. Coreografía: Jaime Pinto. Orquesta Filarmónica de Santiago. Director: Rani Calderón/Pedro Pablo Prudencio. Coro del Teatro Municipal. Director: Jorge Klastornick.
La temporada lírica 2011 del Teatro Municipal, que tuvo un desarrollo con producciones que fueron de lo magnífico a lo discreto y con solistas cantantes de distintos niveles, culminó con una "Aída", para muchos la reina de las óperas, que -a pesar de sus contrastes- dejó un sabor a dulce en su final, con el bloque de los actos tercero y cuarto de la última puesta en escena del segundo elenco, realmente notable. La gran figura de este "cierre lírico" fue sin duda, la joven mezzosoprano chilena Isabel Vera, quien ya nos había sorprendido hace algunas temporadas en el Municipal, con su irrupción en la presentación de "El Trovador" del mismo Verdi, y que definía a una grata figura que se incorporaba a la plana mayor de las grandes cantantes que nos ha dado la lírica de nuestro país. Ahora y luego de un período de latencia, de preparación, de beca en Estados Unidos, de roles pequeños, de recitales, Isabel Vera ha vuelto a llegar al primer plano y ha vuelto a insinuar un futuro esplendoroso. Amneris, es un rol que permite el lucimiento de las grandes mezzosopranos. Acá mismo estos se ha comprobado en distintas épocas y lo de Isabel Vera es un hallazgo más. Volviendo a esta "Aída" 2011, hay que reconocer que indudablemente ha sido una versión que tuvo altibajos, con una parte escenográfica y teatral para la pelémica y una parte musical, muy cargada al signo más. La popular obra de Giuseppe Verdi se presentó con una nueva producción a cargo del director de escena, Michael Hampe, quien pretendió reflejar una particular visión estética de esta trágica historia deamor y de lucha por la libertad, pero que pecó de pretencioso y se salió demasiado de la ambientación y de la forma de ser de los personajes concebida por Verdi, llegando a algunos pasajes, especialmente de los dos actos iniciales, que dejaron muy disconformes a todos: a críticos y a desconcertados espectadores. Estrenada en 1871 en el Teatro de Ópera de El Cairo, "Aída" pertenece al género de la Gran Ópera, que supone un gran despliegue escénico, coral y vocal. Los elencos a cargo de la parte musical de esta versión de la presente temporada que se completó en el Teatro Municipal,en general ofrecieron presentaciones de un buen nivel, además con algunas figuras destacadas. Partamos por el tenor estadounidense Stuart Neill, quien encarnó a un Radamés pleno de energía, con un caudal de voz que le permitió impresionar por su fuerza, aunque no por su gran técnica, a lo largo de los difíciles cuatro actos de la obra, pero sin titubear en ningún momento, marcando siempre su presencia. Neill, cantante de una voluminosa figura, retornó a Chile luego de 18 años de ausencia, en que en el mismo Municipal estuvo presente en "Los Puritanos" del mismo Verdi y "La Boheme" de Puccini. Su contraparte del segundo elenco, el chileno José Azócar, fue poco a poco alcanzando un buen nivel y, desde una "Celeste Aída" débil y confusa, fue recuperando terreno, hasta sostener arias y duos de la segunda parte, con una grata vocalización. Lo mejor de esta versión de "Aída" fueron las representantes femeninas, y en ambos elencos: bien la protagonista norteamericana de la esclava egipcia, Tamara Wilson, aunque con ligeros altibajos. No fue así con la debutante en el rol, la británica Elisabeth Meister, figura de gran lucimiento en el segundo conjunto, con muy buenos momentos en el "Ritorna Vincitor" y en "O Patria Mia". Las dos Amneris que nos tocó ver, magníficas. Tanto así, que la rusa Elena Manistina fue casi unanimemente considerada como la gran figura y una de las mejores en su rol de las que han venido al Municipal. Y la verdad es que acá hemos tenido a Amneris portentosas. Para empezar, estuvo la gran Fiorenza Cossotto (1986) y antes que ella hay que mencionar a la destacada chilena Marta Rose, nada menos que en tres temporadas seguidas (1968,1976,1979). El grato aporte de la mezzo nacional Isabel Vera fue el broche de oro para nuestra temporada lírica oficial. El resto de los varones no desentonó. Todos estuvieron correctos y bien también una vez más el Coro de Jorge Klastornick. La Orquesta Filarmónica de Santiago, logró presentaciones estupendas. Su director titular, el israelí Rani Calderón, le dió un toque marcial al conjunto, a ratos espectacular y el joven chileno Pedro Pablo Prudencio del segundo elenco, un ritmo más cálido, más verdiano, pero igualmente bello. Los solistas instrumentales, respondieron con interpretaciones impecables, a rato, brillantes.
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