Giuliana dal Piaz
Acaba de haber en Toronto la increíble oportunidad de ver – en estreno en Canada y posiblemente en todo Norteamérica – la ópera de Francesco Cavalli Helena (1659), que no se ha ejecutado casi nunca en época moderna: la única presentación que conozco es la del Festival de Aix-en-Provence en 2013. Pequeños milagros que ocurren en una ciudad/país no particularmente famosa/o por sus produccions operísticas (aunque está formando y mandando al exterior una generación de muy buenos cantantes) que sin embargo tiene el privilegio de una institución que ha hecho de la investigación sobre las composiciones del pasado su misión: The Toronto Consort. Es ésta, en efecto, la cuarta ópera que el Consort ha puesto en escena en los últimos años, después de Calisto, Gli amori di Apollo e Dafne y Giasone. Con este evento, The Toronto Consort concluye su Temporada 2016-17 en el Trinity-St. Paul’s Centre de Toronto. El Mº David Fallis, fundador e director del Toronto Consort, es el iniciador de una investigación filológica en el campo de la música antigua y barroca. Tiene además un talento especial en presentar estas óperas en concierto, subrayando los aspectos cómicos o irónicos que abundan en la producción de Cavalli. En este caso, con una increíble labor de concertación, ha reducido la partitura de Helena de casi una hora sin alterar ni la continuidad narrativa del texto, ni el espíritu o la coherencia orquestal de la partitura misma. Siguen siendo hermosos los acordes de las flautas, extraordinaria la tesitura armónica de los violines y muy agradable el contínuo de clavecín, chelo y tiorba. Realizada con un grupo de sólo ocho músicos, la obra resulta probablemente muy similar, músicalmente, a las que ponía en escena el propio Cavalli, cuando las óperas apenas empezaban a ser un espectáculo público y no limitado a la Corte o a los palacios de los nobles. Helena narra cómo la que los antiguos llamaban “la mujer más bella del mundo”, engendrada por Leda y Júpiter, mas formalmente hija del rey de Esparta, Tíndaro; la princesa cortejada por su belleza por los más destacados príncipes y reyes del mundo mediterráneo, conoce a Menelao y lo acepta por esposo. Todo ello, muchos años antes de los acontecimientos de la epopeya troyana. Se trata en cierto sentido de una “comedia de los errores” en la cual el protagonista masculino, el joven Menelao, se disfraza de mujer para poder acceder a una igualmente joven Helena; así disfrazado, despierta el amor de Piritoo, amigo de Teseo que también aspira a la mano de Helena. En tiempos de Cavalli, interpretaban los roles masculinos los “castrati”; en vez de escoger a contratenores o tenores ligeros para dichos roles, Fallis ha decidido asignar cuatro de ellos a mujeres (dos sopranos y dos mezzo-sopranos), así que el público se ha divertido inmensamente con la inversión y la ambigüedad de los roles. Todos los cantantes – vocalmente muy buenos – han sabido interpretar además sus personajes con gran sentido del humor: el tenor Bud Roach, por ejemplo, quien interpreta al bufón Iro y también toca muy bien la quitarra barroca, ha llegado al escenario desde la platea cantando y haciéndola de pallazo de corte; Kevin Skelton (Menelao), un tenor ligero de óptima voz y gran experiencia en roles barrocos, se ha adaptado con gracia a disfrazarse de Elisa, la esclava amazona, poniéndose un delantal negro con impresa la imagen en tamaño natural de Wonder Woman. Katherine Hill ha dado a su Menestao la viciosa y trahicionera agresividad necesaria, mientras que John Pepper ha cantado con la oportuna gravitas las breves intervenciones de los reyes Tíndaro, padre de Helena, y Creón, padre de Menestao, en cuya Corte se lleva a cabo la acción. Muy buenos Cory Knight como Teseo y Laura Pudwell como su batallera prometida Hipólita, mientras que Vicki St. Pierre ha desplegado las notas más hondas de su bella voz para dar vida a Piritoo, enamorado de... Menelao. Michelle DeBoer ha moderado por una vez sus sobreagudos, dando una versión adecuada de la dulce y algo simple Helena, a pesar de que sus dotes de actriz son modestas. Por primera vez en los conciertos de The Toronto Consort, se ha proyectado a una pantalla la traducción al inglés del texto, y ha sido una suerte porque sólo la mezzo-soprano Laura Pudwell tiene una buena pronunciación italiana, mientras que todos los demás intérpretes – no siendo cantantes de la ópera tradicional – manejan con dificultad las palabras del libreto, desde un nivel aceptable en Kevin Skelton, Cory Knight y Katherine Hill, hasta el nivel totalmente imposible de John Pepper y Bud Roach. En conjunto, no hay duda de que todo mundo – tanto en el escenario como en el auditorio – se ha divertido muchísimo y los aplausos han sido largos y entusiasmados.
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