Crédito Fotográfico: Máximo Parpagnoli. Gentileza Ópera de Cámara del Teatro Colón
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 30/04/2017. Teatro 25 de Mayo. Antonio Salieri: La
grotta di Trofonio. Ópera en dos actos. Libreto de Giovanni
Battista Casti. Diego Cosin, dirección escénica. Gastón
Joubert, escenografía. Isabel
Gual, vestuario. Natalio Ríos,
proyecciones. Rubén Conde. Walter Schwarz (Arsitone), Victoria Gaeta
(Diri), Trinidad Goyeneche (Ofelia), Josué Miranda (Artemidoro), Mariano
Fernández Bustinza (Plistene) y Luciano Miotto (Trofonio). Orquesta de la Ópera de Cámara del Teatro
Colón. Dirección Musical: Martín Sotelo. Espectáculo
presentado y producido por la Ópera de Cámara del Teatro Colón.
La Ópera de Cámara del Teatro Colón, está
pensada como un proyecto itinerante, para llegar a distintos escenarios de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el país y el exterior; promoviendo a jóvenes
artistas, seleccionados en función de las exigencias estilísticas del difícil
género que cultiva. El inicio de las actividades de la Ópera de
Cámara del Teatro Colón se remonta a 1967; declarada oficial en 1969 retomó,
luego de varios años, su actividad en el año 2002 con la producción de la ópera
L’ occasione fa il ladro de
Gioacchino Rossini. En el año 2003, produjo El emperador de la Atlántida y a
partir de 2004, comenzó a realizar giras por el interior del país, presentando
diversos títulos. Luego fue discontinuada nuevamente, y volvió a renacer en el
año 2016 con la eficaz dirección artística de Marcelo Lombardero. La idea principal de la Ópera de Cámara es
llegar al público en otros ámbitos por eso a fin del año pasado se presentó en
el Parque Centenario y esta vez en el renovado Teatro 25 de mayo del barrio de
Villa Urquiza convocando a un público ecléctico muy bienvenido para iniciarlo
en el arte lírico. La clave de los elencos es su homogeneidad, su
juventud y su disponibilidad escénica. En este caso se volvieron a repetir
estas virtudes con la puesta en escena de La
grotta di Trofonio, ópera cómica en dos actos y cinco escenas de Antonio
Salieri, sobre un libreto de Giovanni Battista Casti, que fue estrenada el 12
de octubre de 1785, en el Burgtheater de Viena y que narra la historia de dos
hermanas, Dori y Ofelia, y sus enamorados, Plistene y Artemidoro, la trama se
complica cuando el mago Trofonio los invita a su cueva mágica e invierte sus
personalidades primero los hombres y luego las mujeres, finalmente todo se
arregla hay un final feliz.
Diego
Cosin en la dirección escénica planteo una estética
tributara del comic, mezclando, además, situaciones con un perfume del siglo V
A.C. mixturado con el momento del estreno de la obra y con nuestra propia
contemporaneidad y deliciosos anacronismos. Cosín logró un muy buen manejo de
las acciones teatrales, una perfecta caracterización de los personajes y un
resultado visual atractivo. La escenografía con alguna vaga tendencia a la
Grecia antigua de Gastón Joubert fue
perfecta, mientras que las proyecciones de Natalio
Ríos dieron marco cambiante a las escenas con inteligencia y claridad. Con
la calidad de siempre la iluminación de Rubén
Conde, mientras que el vestuario de Isabel
Guai fue ingenioso y adaptado a la estética general, párrafo aparte merecen
los peinados de excelente factura. Martín
Sotelo condujo con mano segura el conjunto orquestal,
con buen resultado y adecuada coherencia estilística. Del elenco vocal se destacó la homogeneidad y
su hubiera que destacar a alguien podría ser Victoria Gaeta (Dori) por su calidad y seguridad musical y su
desenvoltura escénica. Trinidad
Goyeneche (Ofelia) tuvo un aplomado desempeño, Walter Schwarz dio autoridad al padre
de las enamoradas (Aristone), Luciano
Miotto fue un potente Trofonio, mientras que Josué Miranda (Artemidoro) y Mariano
Fernández Bustinza (Plistene) aportaron voces bien timbradas y de decir
expresivo para caracterizar a los dos enamorados.
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