Foto: Daniel Barenboim
Alicia Perris
El público de Madrid está acostumbrado a su concierto de verano en la Plaza Mayor, pero también a sus incursiones como solista o director de orquesta en otras salas durante la temporada musical fuera del periodo vacacional. Regresa ahora a la capital junto a la Staatskapelle de Berlín, de la que es responsable desde 1992, para proponer dos conciertos (el 19 y 20 de enero) dentro del ciclo que organiza Ibermúsica en el Auditorio Nacional. Desgraciada y reiteradamente ni el Auditorio ni Ibermúsica como instituciones ofrecen ninguna facilidad al crítico musical (salvo en contadísimas excepciones a representantes consagradísimos, ¿quién determina quiénes lo son?) para asistir acreditados a las funciones que preparan, con lo cual, como en el fondo el proyecto artístico se convierte en una cuestión crematística, el periodista especializado no acude o tiene que pagar de su bolsillo la compra de la entrada con todos los inconvenientes y limitaciones que ello acarrea. La “Cuarta” y la “Tercera” de Bruckner sonarán esta vez como parte del homenaje al director Sergiu Celibidache, que, según confiesa el propio Baremboim, ejerció una influencia considerable sobre su propia trayectoria profesional. Desde que era pequeño Daniel Baremboim conoció y trató al maestro rumano y posteriormente tuvo la ocasión de colaborar con él en algunos proyectos comunes. Para el director argentino “Celibidache tenía uno de los mejores oídos y una de las mentes musicales más perspicaces que he encontrado jamás”. Bruckner, Baremboim con el aura espiritual y musical de fondo de “Celi”, pueden resultar una experiencia irrepetible. Posteriormente retomará a Bruckner en el Palau de la Música Catalana y ofrecerá uno de los conciertos para piano de Wolfang Amadeus Mozart, pero antes hará una incursión a la Fundación March, la noche del 19 de enero, donde desde su “Autobiografía intelectual”, hablará sobre su trayectoria vital y artística. (En la Fundación March tienen, por cierto, una colaboración y disponibilidad absolutas con los profesionales especializados). “Nací en Argentina, mis abuelos eran judíos rusos, crecí en Israel, viví la mayor parte de mi vida adulta en Europa. Pienso en el idioma en que tengo que hablar en cada momento”, escribía Baremboim en “Mi vida en la música” (1991). Nacido en Buenos Aires en 1942, debutó como pianista a los siete años y recorrió medio mundo como intérprete y director de orquesta. El último de sus desafíos es haberse convertido en el Director Musical del Teatro Alla Scala de Milán, debutando con el “Don Giovanni”, de Mozart. Cercano y afable habitualmente con los que se le acercan, siempre y cuando se haya desprendido de sus compromisos urgentes, a menudo el maestro regala al interlocutor una sonrisa franca o el murmullo entre dientes de un tango que llega espontáneamente a su boca. Un lujo inenarrable. Continuará…
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