Alicia Perris
Hace unos años, el Istituto Italiano de Madrid siempre estaba en fiestas. Tenía una programación cultural que daba gloria: directores de cine que venían a comentar sus películas con el equipo de actores y actrices, exposiciones de pintura, finales de curso con actos de premios y becas para los alumnos. Un corazón italiano en un palacete renacentista del centro de la capital de España: una de las antiguas residencias de la Princesa de Éboli. Luego todo se detuvo, pero últimamente, da la impresión de que comienza a haber una vocación de reencuentro con la ciudad que lo alberga y sus habitantes, con los amantes de la cultura italiana y su lengua y también, en este caso, con los melómanos que van en busca de una buena propuesta musical en las tardes invernales. Sus gestores y animadores han organizado un ciclo musical en homenaje a Domenico Scarlatti, un músico de origen napolitano, ligado de una manera entrañable a la cultura española y a España como tierra de acogida. Ayer el pianista Roberto Cominati tocó varias sonatas del compositor y otra serie de obras que hacen considerar como una gran tentación las próximas convocatorias para el 9 de febrero (Rinaldo Alsessandrini) y el 12 de abril (concierto de jazz a cargo de Enrico Pieranunzi). Estarán también en la lista de conciertos intérpretes como Iván Martín, Andrea Lucchesini, Fabio Bonizzoni, Fabrizio Cassol y Chano Domínguez, entre otros. La música de Scarlatti tiene un enorme perfume hispano y hasta falleció en Madrid en 1757, después de más de veinte años residiendo en la ciudad. Había nacido en Nápoles en 1685, cuando también vieron la luz Bach y Haendel y fue maestro de música de la sensible reina de España Bárbara de Braganza, conocida por su afición a la música. Una iniciativa extraordinaria, donde, a pesar de la crisis, siempre se demuestra que hay afición y esperanza para disfrutar de la música y el buen gusto de la hospitalidad italianos.
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