Dr. Alberto Leal
Libreto de Joseph Mery y Camile Du Locle, basado en el drama “Don Carlos, Infant von Spanien” de Friedrich Schiller. Música de Giuseppe Verdi. TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA. 18-11-11. Director de Orquesta: Alejo Pérez. Director de escena y diseñador de vestuario: Francesco Esposito. Diseñador escenográfico y de iluminación: Enrique Bordolini Director de Coro: Miguel Fabián Martínez. Orquesta y Coro estables. Elenco: Élisabeth de Valois, Reina de España: Carla Filipcic Holm, La Princesa Éboli, noble española: Elena Sommer, Thibault, paje de la reina: Fabiola Massino, Philippe II, Rey de España: Rubén Amoretti, Don Carlos, Infante de España: Luca Lombardo, Rodrigue: Marqués de Posa: Krum Galabov, Le Grand Inquisiteur: José Antonio García y elenco
Un gran desafío constituyó para el Teatro Argentino la presentación, en carácter de estreno Sudamericano, de la gran ópera de Verdi “Don Carlos” en su versión francesa de cinco actos, cantada en el idioma original. Es la ópera más larga del Maestro y la que más modificaciones tuvo. Fue estrenada en el Teatro Imperial de la Opera el 11 de marzo de 1867, por encargo de la Opera de París para la Exposición Universal del mismo año. Por ese motivo fue concebida como una Grand Opera francesa, con ballet incluido en el tercer acto, como era de rigor. A pesar de la belleza de la misma no fue bien acogida en su estreno, tal vez por la presencia en la sala de la Infanta española y la parcial veracidad de los hechos por parte del libro original de Schiller. Mucho camino y modificaciones sufrió la obra hasta ser estrenada en la versión italiana en el Teatro La Scala de Milán el 10 de enero de 1884 y ésa es la versión más representada hasta la fecha. Aunque en el último tiempo varios teatros – básicamente europeos – han presentado la versión francesa. Luego del “Tristán e Isolda” y ahora “Don Carlos”, el Teatro Argentino ha demostrado palmariamente que se encuentra en condiciones de ampliar su repertorio sin límites a la vista. Don Carlos (o Don Carlo) es una maravillosa ópera, con un estupendo nivel musical y una trama agobiante, donde amores contrariados se entreveran con el absolutismo y el fuerte peso de la Santa Inquisición. Es una obra que requiere una gran Orquesta y Coro y por lo menos cinco cantantes de auténtica fibra verdiana. Alejo Pérez condujo la Orquesta en excelente forma, perfecto estilo, tiempos adecuados y certero balance entre foso y escenario. Y la misma le respondió en todo momento. Sin dudas se ha convertido en uno de los mejores directores de opera de nuestro medio. Gran trabajo. El Coro fue otro puntal de esta representación, aunque en algunos momentos no fue favorecido por la puesta. Pero su trabajo nunca bajó nivel de excelencia. La puesta fue menos convincente. Partiendo de la trillada idea del teatro dentro del teatro y moviéndose dentro de la pesada, preciosista - y algo anacrónica – escenografía creada por Enrique Bordolini, que además presentaba serios problemas de movilidad cada vez que había que correr alguna de las imponentes gradas, Francesco Esposito combinó aciertos y desaciertos en igual medida. Las escenas intimistas perdieron su carácter y su fuerza al estar siempre presente otros personajes en los palcos y fue realmente inexplicable ver salir a la Princesa Eboli de la cama de Felipe II, a la vista de Élisabeth, con lo cual pierde todo sentido el aria “Ah! Je ne verrai plus la Reine!”. Pero movió con bastante acierto a los cantantes y mantuvo el clima de opresión exigido, con la salvedad de los momentos nombrados.
El vestuario tuvo también fluctuaciones, desde trajes realmente impactantes y muy bien logrados a cuadros completos en colores totalmente monocordes. Desde el punto de vista vocal Carla Filipcic Holm brindó una estupenda Élisabeth desde todo punto de vista. Con espléndido timbre, perfecta técnica y afinación, un canto pleno de matices y potente volumen, brindó una inolvidable «Toi qui sus le néant des grandeurs de ce monde», siendo ovacionada por el público. Un trabajo para atesorar. Luca Lombardo no posee el tipo de voz más adecuado para el rol de Don Carlos y su timbre no es de los más agradables, sobre todo en la zona aguda. Pero cantó toda la ópera con ímpetu, con correcta línea de canto y – gracias a que tiene una voz plena de armónicos - se escuchó durante toda la representación, aunque no posee un gran volumen, llegando al final de la misma en buena forma vocal, lo que no es poco debido a las exigencias del rol. Rubén Amoretti posee una bellísima voz de bajo, cantando con buena línea, pero su canto es poco matizado y sus posibilidades actorales nulas. No logró conmover en ningún momento ni imponerse cuando era necesario. Realmente una pena dado al valor de su timbre y la facilidad de su canto. Krum Galabov, muy desenvuelto como actor, posee una voz de buen caudal y timbre en la zona aguda. Canta con buena línea y gran entrega, pero su centro y grave se tornan opacos y por momentos poco audibles. De todas formas generó un personaje totalmente creíble. La mezzo rusa Elena Sommer es poseedora de una agradable voz central, de regular volumen. La extensión de la misma no parece hacerla adecuada para este rol donde graves notables y agudos expuestos son imprescindibles y ella no los posee. Tampoco, aunque desenvuelta, fue convincente como actriz. José Antonio García brindó un correcto Inquisidor. Destacándose del resto del elenco el bien cantado Thibault de Fabiola Masino, la exquisita “ Voix du Ciel” de Victoria Gaeta y el Monje de Mario De Salvo. Pero con sus más y su menos es una función que debe ser vista por los amantes de la ópera, una versión que seguramente no se vuelva a repetir por largo tiempo y el acercamiento a un Verdi que en cualquiera de sus versiones siempre es maravilloso. Lamentablemente en la función que asistí la sala estaba con muy poco público, triste. El gran esfuerzo del Teatro Argentino debe ser premiado por todos los que llevamos la ópera en el alma.
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