Sunday, September 2, 2018

El Barbero de Sevilla en el Teatro Solís de Montevideo


Foto: Santiago Bouzas

Luis. G Baietti

Es redundante a esta altura de los acontecimientos decir que la obra maestra de Rossini es una de las cumbres del teatro Lírico, y una de las favoritas del público. Prueba de ello es que a pesar de que en los últimos tiempos se ha abusado de la frecuencia con que se la representa, en relación con otras obras valiosas del repertorio que permanecen olvidadas, el Barbero rara vez falla en producir un lleno total como el que ostentaba hoy Sala del Teatro Solís y nunca deja de cautivar al público con su incomparable belleza sonora. En esta oportunidad tuvo una muy buena versión musical, comenzando por la excelente dirección de Ligia Amadio. La excelente (y bonita) directora brasileña se ha ganado con justicia el afecto y el respeto del público uruguayo por su labor al frente de la Filarmónica, ratificando aquí que posee esa virtud rara en los directores que frecuentan primordialmente el repertorio sinfónico de comprender a la perfección cual es el papel del director y de la orquesta en una representación operística. Amadío da apoyo a los cantantes, está siempre atenta a lo que ocurre en escena y además tiene la virtud de tornar más fáciles escollos que se les presentan a los solistas como en este difícil Barbero, donde muchas veces sus tiempos amables facilitaron la labor de algún cantante muy exigido por la difícil ornamentación de Rossini. Triunfo vocal absoluto de Jaquelina Livieri que impacto en los dos extremos de la partitura luciendo un registro agudo de impacto, pero sin ir en desmedro de las notas graves de la partitura. Por una vez tuvimos una soprano que nos permitió disfrutar de las variaciones agudas de los finales de aria sin añorar los graves de las mezzos. Jacqueline fue además la única de todo el elenco que consiguió entrar en el juego de la puesta y divertirse con ella. Homero Velho lució una voz importante de barítono con un impactante registro agudo y una coloratura correcta sin destacar. Aníbal Mancini sacó a buen puerto su conde de Almaviva, en base a un esplendoroso registro agudo y una buena técnica de coloratura. Remató su actuación, ayudado por Amadio, cantando la difícil aria y caballetta finales Cessa di piu resistere que muchos tenores esquivan cantar. Enrique Gibert estaba con una fuerte faringitis que hizo temer que tuviera que cancelar la función (y no sé si el Solís tenía un cover a la altura). A puro oficio teatral y técnica vocal sacó adelante la función sin que se notara su indisposición más que por su resistencia a cantar a viva voz como si estuviera marcando. Mariella Nocetti estuvo estupenda en el aria de Bertha y Enzo Romano lució como Don Basilio una voz importante a la cual le falta aún trabajar ambos extremos del registro que suenan menos potentes (graves) o que lo llevan a simplificar algunos pasajes para evadir agudos comprometedores. Fabian Milkewitz fue un excelente Fiorello cantado con una bella voz de barítono agudo y buena desenvoltura escénica y Iaron Brehar fue un logrado Oficial de la Guardia. A mí no me gustó para nada la puesta en escena. No voy a discutir el talento del director y su ingenio para crear los dibujos animados que son los verdaderos protagonistas de la escena, coordinando muy inteligentemente los movimientos con los de los cantantes. Pero e mi modo de ver trabajó contra el texto de Rossini y se esfumó la gracia y el romanticismo de la obra. Nunca vi a un público que en una función del Barbero se riera tan poco con la obra (Las pocas risas que se oyeron fueron en general originadas por los dibujos aminados independientemente de la acción, como los buitres que esperan cubiertos en mano que Bertha termine el aria y se saque el gusto de crepar, o por actitudes o apariencias ridículas de los personajes.  Lo peor fue la decisión de simular que todos los papeles son interpretados por Rossini, exigiendo entonces a todos los cantantes que deformen sus cuerpos para exhibir la gordura y el voluminoso abdomen de Rossini, Con esto fue imposible vivir la comedia romántica que en el fondo es el Barbero.

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