Foto: Brescia&Amisano - Teatro alla Scala
Ramón Jacques
A pesar de que se
le atribuye al director milanés Claudio Abbado, la recuperación de esta
olvidada obra heroico-dramática de
Franz Schubert, que el mismo dirigiera en 1988 en en teatro Theater an der Wien
de Viena y que posteriormente grabara en CD, la ópera nunca fue representada en
el escenario de la Scala. Asistir a la primera función del estreno de una ópera
en este teatro, es un evento significativo y de mucha expectación para el
público y la prensa, más aún cuando las funciones sirvieron para homenajear a
Claudio Abbado, muy vinculado a este teatro, y que el 26 de junio de este año
hubiera cumplido 85 años. El montaje escénico, fue traído del Festival de
Salzburgo, donde la obra se escenificó en el 2014, con puesta en escena del
director Peter Stein, escenografías Ferdinand
Wögerbauer y elegantes vestuarios de Anna Maria Heinreich. La producción se apegó a la época en la
que se sitúa el libreto, durante las expediciones de Carlomagno a España, y sobre
lo que trata, las aventuras del caballero moro Fierrabras y su conversión al cristianismo. El montaje fue concebido
como un cuento, que transcurre entre castillos y palacios medievales y
musulmanes, algunos como si fueran dibujados a mano, que, aunque lucían elementales
cumplieron su propósito de funcionalidad y de agradar visualmente. La
iluminación y los contrastantes claroscuros dieron un sentido lúgubre y
dramático a la escena. La obra esta estructurada en tres actos, en alemán, con
diálogos hablados; y el elenco contó con la presencia de varios artistas que
estuvieron presentes en Salzburgo en el 2014. En general, los cantantes
tuvieron un desempeño adecuado como el bajo Tomasz
Konieczny como Karl Rey de Francia; y su hija Emma, la radiante soprano Anett Fritsch. El tenor Bernard Richter fue un digno interprete
del personaje de Fierrabras, con su timbre claro y buena proyección; y
correctos estuvieron el tenor Peter Sonn como Eginhard, caballero de la corte
de Carlomagno; el bajo barítono Lauri
Vasar como Boland príncipe de los moros. Especialmente, se debe mencionar
al barítono Markus Werba, por su
expresividad y vigor vocal como el caballero francés Roland; y a la soprano Dorothea Röschmann experimentada
cantante que aportó nitidez y atracción con su canto al papel de Florinda, hija
de Roland; como también a la mezzosoprano suiza Marie-Claude Chappuis, de atractiva apariencia como Maragond, y por
el color y la emoción que imprime a su canto con el que sabe transmitir, como
en su sentimental dueto con Florinda.
Buenas intervenciones tuvieron el coro de la Scala, y la orquesta
dirigida por Daniel Harding, quien, salvo
algunos desajustes en la conducción y los tiempos, pudo extraer los mejores
pasajes de la orquestación de Schubert.
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