Monday, May 13, 2019

Ariadne auf Naxos de Strauss en el Teatro alla Scala de Milán.


Foto: Brescia& Amisano

Massimo Viazzo

Esta Ariadne auf Naxos scaligera será recordada sobre todo por la mayúscula prueba de las dos protagonistas femeninas: Krassimira Stoyanova y Sabine Devielhe.  Stoyanova dominó el papel principal, de la prima Donna, con voz corpulenta, siembre bien proyectada, timbre bruñido, y refinadísimo fraseo; mientras que la soprano francesa personificó una Zerbinetta de antología, segura para afrontar la exigente coloratura, picante, vivaz y muy nítida en el acento. Desgraciadamente el resto, entre altos y bajos, no convenció plenamente y por ello de esta Ariadne se puede decir que fue una ocasión desperdiciada, comenzando por la dirección orquestal de Franz Welser-Möst, un director seguramente preparado, pero que carece de fantasía agógica y rítmica, y que nunca ha sabido poner a flote de manera inmediata las voluptuosas melodías de Strauss. El sonido fue solo correcto, pero para Strauss esto no basta.  Tampoco convenció la dirección actoral de Franz Wake-Walker, ya que la idea de ambientar la opera en una cámara anecoica, después de un prólogo con caravanas y camerinos estacionados frente al palacio del aristocrático terrateniente) podría haber sido interesante, pero el director ingles hubiera tenido que pisar a fondo el acelerador, sin tener que contentarse solo con el guiño al estilo pop que afloraba de manera evidente en el estudio de televisión donde se desarrollaba la trama de Arianna y Baco. 
Del resto del elenco se puede destacar también a la experta Daniela Sindram, como un compositor en verdad humoral y excitado; y a Markus Werba, un convincente maestro de música, cantado de manera optima y muy eficaz en cuanto a comunicación. Por su parte no estuvo a punto y tuvo una emisión comprometida el Arlequín de Thomas Tatzl como también el Scaramuccio de Krešimir Spicer. Mejor y mas a sus anchas vocales estuvieron Tobias Kehrer (Truffaldino), Pavel Kolgatin (Brighella) y sobre todo Joshua Whitener como un sápido y simpático maestro de baile. El desafiante papel de Bacco le fue confiado a Michael Koening que se colocó a la cabeza de manera completamente satisfactoria, aunque con algun esfuerzo en el registro agudo. Bien afiatadas estuvieron Najade, Driade y Econo interpretadas respectivamente por Christina Gansch, Anna-Doris Capitelli y Regula Muehlemann. Finalmente, el superintendente del teatro Alexander Pereira, como ya ha hecho en otras ocasiones, personificó con simpatía y vena de humor al Haushofmeister.

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