Foto: © Stofleth.
Ramón Jacques
De la Casa de los
muertos
última ópera de Leoš Janáček, basada
en la novela Memorias de la casa muerta
de Fiódor Dostoyevski, rara vez
escenifica en teatros fuera de la Republica Checa donde se representa con
cierta regularidad, fue uno de los títulos más ambiciones de la presente
temporada de la Ópera de Lyon.
La trama que describe la relación entre los prisioneros en una cárcel en Siberia
fue ambientada en la actualidad por el polémico director de escena Krzysztof Warlikowski. El montaje que se
ubicaba en el patio de la prisión contenía una canasta de basquetbol, unas
tribunas, y por uno de los lados del escenario una celda giratoria, que era
también la oficina del director del reclusorio. Otros recursos utilizados
fueron la proyección de videos con paisajes y grabaciones de jueces, policías y
delincuentes hablando sobre la justicia, además de coreografías (break dance,
hip hop) y acrobacias. El símbolo del águila que indica el libreto al final de
la obra aquí fue reemplazado por un joven jugador de basquetbol. Dentro de este
moderno marco, el concepto de Warlikowski se basó en el movimiento y la
detallada actuación de los artistas en escena, en la que se mostraba de manera
cruda, grotesca y muy gráfica: la agresividad, la violencia, las peleas, las
violaciones y todo tipo de excesos que se viven allí dentro.
Sin dudas, un provocativo
cuestionamiento del director de escena al papel que juega la ley y justicia en
la actualidad, llevado por momentos al límite de la exageración, que a mi
parecer no dejó una impronta artísticamente persuasiva en el espectador. En el
foso el director musical Alejo Pérez
mantuvo la tensión, y resaltó con lirismo los diversos colores y matices
contenidos en la partitura, manteniendo la cohesión entre los instrumentistas
de la orquesta del teatro. Buen trabajo del coro, así como del uniforme y
extenso grupo de solistas, encabezado por el bajo-barítono Willard White quien exhibió profundidad de su canto en el papel de Goryantchikov;
y mención para: Stefan Margita como
Filka Morosov, para Alexander Vasilliev por
su enérgico comandante, a Pascal Charbonneau convicente como Alieïa; como también
a Dmitry Golovnin como Chpakine a Karoly
Szmeredy en el papel de Chichkov, y a la mezzosoprano Natascha Petrinsky por su oscura y
atractiva tonalidad en el papel de la expresiva prostituta.
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