Saturday, May 25, 2019

Juditha triumphans de Vivaldi en Ámsterdam


Foto: Marco Borggreve 

Ramón Jacques

Juditha triumphans devicta Holofernis barbarie el ‘oratorio sagrado militar’ estrenado en Venecia en 1716 y titulado así por Antonio Vivaldi, en la actualidad la única de sus obras de este género cuyo manuscrito siempre permaneció completo, tuvo su estrenó en la Ópera Nacional de Ámsterdam. Escenificar oratorios no es tarea fácil, ya que sus historias sueles ser abstractas, repletas de alegorías y metáforas que complican establecer el lugar y tiempo en el que se sitúan; pero este es algo que este teatro ha hecho con éxito en el pasado con títulos como Hércules, Gurre-Lieder, Jephtha y Das Floß der Medusa. Del montaje se encargó el joven director neerlandés Floris Visser, quien, inspirado en el carácter militarista y disuasivo del coro inicial, plasmó su idea en un montaje interesante y atractivo, situándolo en un pueblo italiano durante la Segunda Guerra mundial. La escenografía consistió en una plataforma giratoria, donde se ubicaba la cúpula destruida y bombardeada de una iglesia. La intención de Visser fue la de mostrar el horror de la guerra, el robo de obras de arte; y cuadros de pintores como: Giorgione, Caravaggio y Gentileschi, quienes se inspiraron en la historia de Juditha que sedujo y decapitó al general asirio Holofernes, quien aquí representaba la figura de Rommel. El trabajo escénico fue realizado con cuidada y detallada sutileza, evitando la violencia y la exageración, nunca invasiva de la parte musical sino complementaria de la misma. Fue un lujo contar en el foso con Andrea Marcon, considerado un especialista en Vivaldi, quien dirigió a su propia orquesta La Cetra Barockorchester Basel, agrupación musical de instrumentos antiguos, cuya sede es la ópera de Basilea en Suiza; que aquí brindó una ejecución superlativa resaltando la variedad tímbrica de la partitura, con ligereza y dinámica, gracias a la riqueza y homogeneidad de instrumentos, particularmente de sus cuerdas. El coro de la ópera neerlandesa, tan fundamental en esta obra, mostró un buen nivel. La mezzosoprano francesa Gaëlle Arquez, se distinguió por el porte escénico y la elegancia vocal con la que interpretó al papel de Juditha. Su canto fue conmovedor, comunicativo, y pleno de intención.  A su ‘Quanto magis generosa’ lo ubicaría como uno de los pasajes más memorables que recuerdo haber escuchado yo en mucho tiempo. Teresa Iervolino, contralto de canto oscuro y consistente recreó un autoritario Holofornes. Por su parte, la contralto Francesca Ascioti, fascinó por la agilidad y la elasticidad pirotécnica con la que manejó la voz dando vida al personaje de Ozias, y la mezzosoprano rusa Vasilisa Berzhanskaya fue un convincente y provocador Vagaus de precisa coloratura y abrillantado timbre. Correctos estuvieron los demás cantantes del elenco.



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