Massimo Viazzo
Exactamente cincuenta años después regresó a la Fenice de Venecia, Intolleranza 1960, la opera de protesta de Luigi Nono basada en un collage de textos (Brecht, Sartre, Majakoskij…) y en una idea del intelectual de Angelo Maria Ripellino. El suceso de un emigrante quien después de haber huido de las tristes condiciones laborales en una mina y de haber participado en una poca exitosa rebelión popular es mandado directamente a un campo de concentración. Antes de morir ahogado durante una aluvión en el camino de regreso a su patria, se mostró en escena en una cierta y bien delineada actualidad en la producción escénica diseñada por los estudiantes de la Facultad de Diseño y Artes de la Universidad IUAV de Venecia bajo la dirección de Walter Le Moli y Claudio Longhi, que colaboran frecuentemente con este teatro. Con la orquesta ubicada sobre un escenario dividido en tres niveles, sobra una instalación metálica, y con el coro en el “foso” orquestal se apuntó hacia una legibilidad inmediata de la trama sin intelectualismos o superposiciones particulares, con un uso muy eficaz de la iluminación, y en ocasiones utilizando proyecciones del propio texto sobre el fondo con el fin de facilitar su entendimiento. Parece que en Italia la música de la segunda mitad del siglo veinte aun no ha sido completamente metabolizada (la representación del estreno absoluto de esta obra en 1961 ocasionó gritos y silbidos de desaprobación) tanto así que la difusión de la obra maestra de Luigi Nono – que, como se recuerda se casó con la hija de Arnold Schoenberg- se ha realizado en los últimos años en países de habla alemana, y traducida a esa lengua. El elenco se mostró a la altura de la grandiosa partitura en particular el protagonista Stefan Vinke y los personajes de las mujeres, de Julia Mellor y Cornelia Horak, pero sobretodo el coro (con intervenciones en vivo y grabadas) dirigido por Claudio Marino Moretti, que dio gran relieve a las que son por demás, las paginas mas sugestivas de la obra. Lothar Zagrosek dirigió con claridad, encontrando una afilada sonoridad en una narración de mucha tensión. Por lo tanto, se trató de una optima inauguración de temporada para el teatro veneciano, muy apreciada por el publico.
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