Massimo Viazzo
!Fue la Tosca de Jonas Kaufmann! Después de la influencia que lo mantuvo alejado de las dos primeras funciones, el tenor alemán debutó finalmente en el Teatro alla Scala en el papel de Mario Cavaradossi con un verdadero triunfo. Además de saber pararse sobre un escenario como pocos, Kaufmann sabe frasear con musicalidad y sobretodo sabe cantar “piano” con dotes que parecen cada vez más raros en el panorama actual de los tenores. Con un “E luceven le stelle” tan suavizado, tan intimo, pero tan rico en colores y casi una creación extemporánea, que fue la gema de la velada y ¡una rareza! y su siguiente acometida, en “O dolci mani mansuete e pure” que fue tan afectuosa y que pareció ser una caricia. ¡Estuvo muy bien! Sin embargo, el resto del elenco no estuvo a la misma altura como: Oksana Dyka, una Tosca vocalmente empeñada y sustancialmente precisa, pero carente de acento dramático, y un Zeliko Lucic que bordo un Scarpia sin desbordante carisma. Pero la mayor desilusión provino del “foso” orquestal, ya que Omer Mein Walber evidenció dificultades para seguir a los cantantes (como por ejemplo en “Recondita armonia” en el primer acto en el que el director israelí y el tenor bavaro no entendieron cual debía ser el mejor tiempo para seguir) ni pudo encontrar la justa tensión narrativa en un espectáculo que fue ya visto en el Met y en Munich, y en el que el director Luc Bondy exasperó cualquier situación, como la cicatriz en el retrato de la Attavanti realizada en el primer acto de una “rustica” Tosca pareció algo excesivo- quizás en un conjunto escénico un poco seco y que sumado todo fue anónimo.
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