Tuesday, May 10, 2011

Riccardo Muti - Premio Príncipe de Asturias de las Artes

Foto: Riccardo Muti
Alicia Perris
Probablemente fuera una sorpresa para el maestro napolitano, ya que, trabajando en Chicago con su Sinfónica, recibió la noticia de la concesión del Premio.
Agradecido por su elección, ya que concurrían competidores tan meritorios como Philippe Starck, Les Luthiers o Los Monthy Pyton a la distinción, precisó: “En Chicago, donde estoy trabajando con mi orquesta, recibo la noticia de que me ha sido concedido el premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011. Me siento particularmente honrado de recibir este prestigioso premio dedicado al mundo del Arte y aún más feliz porque España, su público, su cultura, han sido muy importantes en mi vida de artista. Agradezco a Su Alteza Real el Príncipe Felipe y al jurado este alto reconocimiento”.
Heredero de artistas míticos como Arturo Toscanini, Muti nació en Nápoles en 1941, otro lugar famoso por múltiples razones, capital de la dulce Campania, el lugar de descanso de los antiguos romanos acomodados. Dirigió durante años La Scala, donde debió luego dimitir, en una trayectoria que pasó por numerosos hitos, que continúan. Todavía resuenan las notas de su batuta única en el Teatro Auditorio de El Escorial, cuando vino con el Maggio Fiorentino, del que fue director durante once años, en un despliegue de talento y de savoir faire que dejó atónitos a los asistentes al concierto. Todo un lujo para la ciudad de la sierra madrileña.
Con una madre cantante, estudió en su ciudad natal con Nino Rota y luego en Milán con Bettinelli y en cuanto a premios, ya había sido condecorado en 2003 con un Doctorado Honoris Causa por la universidad de Barcelona.
Hace muy poco, tomó la palabra o la batuta, en defensa de la calidad del Arte en una Italia devastada por la falta de implicación por parte de las autoridades, para significarse a favor de la cultura luego de dirigir Nabucco, el 13 de marzo, con ocasión de los festejos de los 150 años de la unidad italiana. A pesar de las restricciones económicas que un poco por todas partes en Europa sufre la inversión en cultura, el maestro Muti ha conseguido reorganizar la Ópera de Roma. Ha sufrido en los últimos tiempos algunos problemas de salud, pero no ceja en el empeño de dedicar todos sus esfuerzos a la difusión y la defensa de la música.
El año próximo actuará con la Orquesta Cherubini en el Teatro Real y tendremos ocasión de volver a verlo muy de cerca, con esa figura titánica e imponente que se construye en las distancias cortas, cuando algún bisoño integrante del público que lo venera tiene como ocurrencia acercarse a pedirle un autógrafo o a dirigirle unas palabras de admiración.
Sin embargo, con ocasión de la contestación a una carta de un recluso de la cárcel de Lombardía, que le pedía su comparecencia musical, Muti, haciéndose cargo a la vez de la situación de los privados de libertad y de su personalidad a veces denostada por falta de cercanía o de flexibilidad le contestó: “Lo que hayáis podido leer de mí es falso. No soy ni distante ni superior. Como tampoco la música clásica está reservada a una élite. No hay que ser un intelectual para escucharla. Sólo creo en la aristocracia del alma”. Así se habla y con esa bandera por delante, se dirige una orquesta y se emociona al público, Maestro. Enhorabuena.

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