0Foto: © Ruth Walz
Ramón Jacques
Jenůfa fue
presentada en el teatro de la ópera neerlandesa con una nueva propuesta de Katie Mitchell adaptada a la época moderna,
con escenario y vestuarios de Lizzie Clachan
que contó la historia como si se tratara de una telenovela, abordando temas
sociales actuales como el acoso laboral, los embarazos no deseados y la
violencia contra las mujeres. Las imágenes son directas y muy realistas, y se
desarrollan dentro de una oficina, la casa de Kostelnička y un salón de fiestas, con
sets tan bien diseñados como si se tratara de un estudio de televisión, aunque
lo que en realidad se observa son imágenes de la atormentada vida de Jenůfa. La
escena más impactante, es la oficina del primer acto, donde el espectador puede
ver lo que sucede dentro de cada oficina de una importante empresa, separadas
entre sí por muros, y en la que Jenůfa trabaja como secretaria ejecutiva. Resaltó el dramatismo y la
oscuridad de la partitura orquestal gracias a la sólida conducción de Tomáš Netopil
al frente de una homogénea Netherlands Philarmonic
Orkest. Muy buen despliegue vocal pleno de lirismo y las cualidades de su voz,
exhibió la soprano Annette Dasch,
quien debutó el personaje de Jenůfa,
y cuya atractiva y esbelta figura se adecuó fielmente a la papeleta que requería
la producción. Evelyn Herlitzius fue
la malévola Kostelnička, ambiciosa, diabólica y creíble, con un vigoroso
despliegue vocal. Otro punto para destacar en el elenco fue la presencia de la
experimentada mezzosoprano alemana Hanna
Schwarz como la abuela Buryjovka, quien dejó constancia de su larga
experiencia y su seguridad vocal. Norman Reinhardt
personifico bien al desagradable Števa, Por su parte, Pavel
Černoch dio colorido y matices a su canto como el
violento Laca. Agradó la mezzosoprano Karin
Strobos por su incrédula Karolka; y el coro cumplió con celeridad, pero empuje
cuando fue requerido.
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