Salzburger Festspiele / Ruth Walz
Oxana Arkaeva
En 1944 después del
ensayo general Richard Strauss le dijo a los miembros de la Filarmónica de
Viena.”Señores, espero que nos veamos en un mundo mejor” Lleno de resignación,
el compositor nunca pudo ver esta obra en escenario y en julio de 1944 después
del infructuoso intento de asesinato a Hitler, RM Dr Goebbels anunció el estado
de guerra y un veto a la vida social.
Fue hasta 1954 cuando Dánae tuvo su estreno en Salzburgo, y su la
segunda producción fue en el festival hasta el 2002. La obra final de Strauss
presenta un intento del viejo compositor de escapar de la realidad hacia dos
mundos místicos basando su opera en dos mitos el de la seducción de Dánae por
Júpiter, y la historia del rey midas y su toque dorado. Buscando contar un alegre cuento milesiano,
el director Alvis Hermanis se centró
en el triangulo amoroso entre Dánae, Jupiter y Midas. Visualizando la música
creó un escenario amplio y uniforme con una escalera grande en el medio, una
abertura en la parte trasera del escenario y lo llenó de oro y colores rojos, alfombras
orientales, y una mezcla de Jugen Still y proyecciones de estilo oriental (Ines Sipunova), con coloridos y
opulentos vestuarios. El socio musical
fue la Filarmónica Estatal de Viena conducida por Franz Welser-Möst, algo
distante del escenario, algo evidente antes de la pausa, donde obtuvo un
opulento pero dinámicamente incomodo y dominante sonido sinfónico. Esto pudo haber sido adecuado para la música
de Strauss, pero demostró ser injusto hacia los cantantes que fueron cubiertos
por la música. Todo mejoró dramáticamente
y se escuchó un sonido casi impresionista y considerado reminiscente de las
primeras composiciones de Strauss y el leitmotiv de Wagner. El elenco merece reconocimiento por hacer que
esta difícil composición sonara ligera y fácil.
Krassimira Stoyanova dominó el escenario como Dánae física y
vocalmente como una elegante y sensual mujer, plena, elegiaca, de hermosa
emisión y fascinantes pianos. Al inicio sacrifico su dicción alemana por la emisión
y al final alcanzó un mejor entendimiento del texto, mejorando esta ideal
función. Como Júpiter, Tomasz Konieczny dio una memorable actuación con
poderosa voz de bajo barítono y perfecta dicción. Convenció como un viejo macho-dios
y realizo su parte con facilidad y flexibilidad. El tercer miembro del triangulo, rey Midas de
Gerhard Siegel, fue un firme heldentenor con una cálida media voz y
tensas notas altas. Por momento cuando logró abrir la voz se escuchó un grato
timbre y una enorme y fácil emisión. Los cuatro reyes fueron cantados por Pavel
Kolgatin, Andi Fruh, Ryan Speedo Green, Jongmin Park y las cuatro diosas
por Maria Celeng, Olga Besmertna. Michael Selinger y Jennifer
Johnston. Norbert Ernst como Mercurio y Wolfgang Ablinger-Sperrhacke
como Polux completaron el bueno elenco. Regine Hangler como Xanthe, se mostró
nerviosa pero tuvo buena dicción. Trece bailarinas sirvieron como coro antiguo
de tragedia griega al interpretar diferentes papeles con diversos vestuarios.
Compuesta durante los años más oscuros de la historia europea esta ópera
presenta un testimonio musical e ideológico de Strauss. Su deseo de un mundo mejor se ha cumplido y esperamos
que ninguna otra creación teatral tenga que ser prohibida por el motivo que
sea.
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