© Bayerische Staatsoper/Wilfried Hösl
Oxana Arkaeva
El Teatro nacional de Múnich, punto de referencia de la capital bávara
presentó su festival anual de verano concluyendo la temporada local y dando
paso a dos prestigiosos festivales de verano: Salzburgo y Bayreuth. Asistir a Die Meistersinger von Nurnberg de
Wagner es una ardua tarea, considerando su extensión de más de cinco horas,
difícil lenguaje y su complejo contexto ideológico, por lo que fue una grata
sorpresa experimentar una función entretenida de extraordinario nivel musical y
artístico. Recuperándose del fiasco que fue “Tannhäuser” en la Ópera de de
Paris y distanciándose de la idea de escribir dramas musicales, Wagner compuso
en 1861 una opera cómica alejada de los poderes divinos y con final feliz. Reforzada
por el sobrio escenario con andamios de construcción y edificios de
departamentos grises (Patrik Bannwart)
y personajes redondos fue actual. Observando la vida diaria de la comunidad de
obreros se ve la atmosfera de impotencia en el St. Johann Fest y el concurso de
canto Meistersinger reflejando diversos puntos sociales y culturales, en un ring
de box, con confeti cayendo y proyecciones de videos al estilo de Hollywood (Falko Herold) e iluminación de Michel Bauer nos convertimos en
espectadores de un tipo de “La Voz” show de atmosfera glamorosa cubierta de
pobreza y desesperación. Manteniéndose en la tragicomedia, el director David Bösch contó una historia
comprensible por cualquiera. Situada en los 50s no se puede dejar la impresión
que uno se encuentra dentro de una “West Side Story” de Wagner. Carros
moviéndose, muchachas, jóvenes en pantalones cortos, actuando como ciudadanos o
pandilleros, la sociedad burguesa enfrentándose a los rebeldes que mascan
chicle etc. Vestido con chaqueta de cuero, audífonos y tocando su guitarra, la
figura de Wolfram von Stolzing recuerda a Tony de Bernstein. Bonachón,
inconsciente de su talento y rechazando el titulo de Meistersinger, porque su
alegría personal es más valiosa, apareció Jonas
Kaufmann quien tuvo un categórico debut como Stolzing. Actuó y cantó naturalmente,
manteniéndose autentico y accesible. Tristemente su impresionante presencia
escénica abruma su presencia como cantante y musicalmente lucha con las notas
altas y por momentos tiene dificultades para pasar a la orquesta. Aun así, su
canción final fue cantada con exquisita musicalidad y conmovedores pianos. Como
Hans Sachs, Wolfgang Koch ofreció balanceada
y suave voz de barítono, que en los monólogos del segundo y tercer acto
encontró su mejor forma. El desempeño mas solido de la noche correspondió a Martin Ganter como Sixtus Beckmesser.
Su poseído, anticuado y pedante viejo, sin talento ni creatividad, merece simpatía
y compasión Musicalmente Ganter convenció con su canto claro, facilidad en la
parte alta, balanceado en la media voz y excelente dicción. Como Veit Pogner, Christof Fischesser fue brillante y
agradable. El barítono articuló bien y dio la imagen de un obediente y a la vez
distante padre. La soprano Sara Jakubiak
cantó una valiente e independiente mujer que busca liberarse, como Maria de
“West Side Story” Vocalmente mostró una resuelta y dulce voz lirica de soprano
que puede desarrollar impresionante fuerza y expresión. Benjamin Bruns como David y Okka
von der Damerau como Magdalena, fueron una admirable pareja bufa. El posee resonante voz de tenor con fuerza y expresión,
y ella es agradable de ver y escuchar. El
resto del elenco encajó bien junto al excelente coro dirigido por Sören Eckhoff. La verdadera estrella de
la noche fue la Orquesta estatal Bávara y su líder, Kirill Petrenko un maestro de sonido orquestal y fuerza. Hay amor
en el aire entre él y la orquesta, ya que conduce buscando hacer música. En
todo momento uno es abrumado por su musicalidad y conocimiento de la partitura,
y cada instrumento es perceptible pero a la vez suena como una unidad. Su
temperamento y resistencia no tenia límites y nunca decreció el alto nivel
emotivo. Atestiguamos una precisa, energética, pero relajada y poderosa conducción
en el preludio del primer acto; sensibilidad, pensamiento y reflexión en el
casi impresionista preludio al tercer acto; y sentimiento romántico y melancólico
en el balanceado “Johannisnacht” coro del segundo acto. Esta función ofreció un ameno y fácil
“Meistersinger” de excelente calidad musical, y la producción se repondrá en
este teatro la próxima temporada.
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