© Salzburger Festspiele / Ruth Walz
Oxana Arkaeva
Después de dos años como intendente interino del festival, Sven-Erich Bechtolf ofreció en paquete
las tres operas famosas de Mozart y Daponte.
Le Nozze di Figaro se presentó en seis funciones, en una reposición del
montaje del año pasado. Trasladada la acción de Sevilla a Inglaterra, al
Downtown Abbey Sitcom, el director de escena Alex Eales hizo un Fígaro de estilo innovador no tradicional.
Situada en la sección longitudinal de una casa, el público se observaba la casa
de “Big brother” de Mozart, espiando por agujeros, involuntariamente el público
se convirtió en voyerista de rápidas, ligeras y confusas situaciones escénicas.
Musicalmente la velada fue enmarcada por la Orquesta Filarmónica de Viena bajo
la batuta de Dan Ettinger, que al inicio actuó más en un plano trasero. Tocando sonidos suaves la orquesta tomó
ventaja hasta la escena final del segundo acto. La desigual conducción de
Ettinger creó dificultades de coordinación entre la escena y el palco y
dinámicamente permaneció más indiferente que cautivante. Los artistas se
vistieron con encantadores vestuarios de la época post eduardiana (Mark Bouman)
y el elenco que actuó bien y pareció disfrutar. Sin embargo, el canto se
mantuvo en un nivel de voces pequeñas lo que no permitió un gran rango dinámico
y careció de la sensualidad musical de Mozart. Luca Pisaroni como el Conde era la estrella de la función.
Convenció permanentemente cambiando de una situación dolorosa a otra, y engañar a la esposa y pedir perdón pareció
algo normal. Su agradable voz de bajo-barítono
estuvo presente durante la función y en su aria del tercer acto alcanzó su pico
musical. La desafortunada Condesa tuvo
sus primeras apariciones como una joven y hermosa mujer que sin embargo
requería de lentes para leer. Anett
Fritsch cantó con cálido y ligero sonido, tremolo y con algunos incómodos
agudos. Su actuación y suave y graciosa, simbolizó una mujer indulgente,
amorosa y fiel. La imponente presencia de Adam Plachetka, desafortunadamente no estuvo al nivel de su volumen de
canto. Pareció tirar la voz hacia atrás emitiendo un sonido bajo, pero su
actuación fue fascinante, especialmente en el final, cuando creó un admirable
Fígaro casi como oso de peluche. La
Susanna de Anna Prohaska permaneció
sombría escénica y vocalmente durante toda la noche. Estuvo agobiada por la
acción y su pequeña voz tuvo dificultades para escucharse con la orquesta. Finalmente logró serenarse al final en su
aria del cuarto acto, para mostrar un grato timbre y delicado canto. Margarita
Gritskova como Cherubino cantó con cálida voz de mezzosoprano y fue
adorable en sus intenciones de seductor, aunque demasiado femenina por momentos, quizás por
eso Basilio fue tan persistente con ella. Sobresalió Paul Schweinester que combinó su accionar con su canto. Su
omnisciente Basilio fue el mejor personaje de la producción. La pareja bufa de Marcellina y Bartolo fue
cantada por Ann Murray y Carlos Chausson. Ambos gustaron cantando y actuando, aunque
más Murray con su divertida y graciosa
actuación de una mujer ebria. Franz Super como Don Curzio y Erik Anstine como Antonio mostraron
buenas voces, y Christina Gansch dio
vida al papel de Barbarina.
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