Foto: Javier del Real
Ramón
Jacques
Con Otello de Verdi inició
la nueva temporada lirica en el Teatro Real de Madrid, con puesta en escena atemporal,
que a pesar de las referencias a Chipre el lugar donde se sitúa la trama, ideada
por David Alden que resultó ser en términos
generales estática, oscura y fría durante toda la función. No se vio un
desenvolvimiento escénico lo suficientemente convincente para envolver al
espectador dentro de ese ambiente mágico que contiene este título, tan difícil
y poco representado en la actualidad. Este montaje es coproducción con la
English National Opera. Algunos cambios
inesperados en los elencos, previos hicieron que la soprano armenia Lianna Haroutounian se encargara del
papel de Desdemona, en el considerado ‘segundo elenco’, que no necesariamente
significa que sea de menor calidad que el principal, aunque erróneamente se
piense así, ya que igual de meritorios y experimentados deben ser los cantantes
que lo conforman. Haroutounian agradó con su canto matizado de radiante timbre
y tinte. Su personificación fue la de una mujer sufrida y frágil, que actuó y se
movió con dignidad y elegancia. Una grata sorpresa tanto en lo escénico como en
lo vocal supuso la presencia del barítono Ángel
Ódena como Iago, quien exhibió notable seguridad y dominio del personaje. La parte débil del elenco
fue lamentablemente el tenor coreano Alfredo
Kim, en el papel de Otello. Su voz es potente y posee atractivas cualidades,
pero la poca variedad que exhibió lo hizo caer en la monotonía. Tampoco ayudó
su rigidez escénica y poca compenetración con el papel, que llegó a ser
distante y por momentos exasperante. El resto de cantantes tuvo un desempeño
adecuado como Xavier Moreno en el
papel de Cassio, Fernando Radó como
Ludovico, Vicenç Esteve como
Roderigo y Gemma Coma-Alabert quien dio
notoriedad al papel de Emilia. El coro
que dirige Andrés Máspero se escuchó
solido y homogéneo, y lo mejor provino del foso de la mano del experimentado Renato Palumbo, conocedor del
repertorio y la partitura a la que dotó de buena dinámica y adecuado volumen orquestal,
sin hacer que la emoción y tensión decayera en ningún momento.
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