Foto: Michael Cooper
Giuliana Dal Piaz
Toronto, 14-10-2017, Four
Seasons Centre. Temporada
2017-2018 de la Canadian Opera Company. ARABELLA (5-28 de Octubre de 2017)
Música de Richard Strauss. Libreto de Hugo von Hofmannstahl. Dirección musical:
Patrick Lange. Dirección teatral: Tim Albery. Dirección del Coro: Sandra Horst.
Escenografía y vestuario: Tobias Hoheisel. Luces: David Finn. Orquesta y Coro
de la Canadian Opera Company. Personajes e Intérpretes: ARABELA WALDNER – Erin
Wall, soprano ZDENKA WALDNER – Jane Archibald, soprano CONDESA ADELAIDA WALDNER
– Gundula Hintz, mezzo-soprano CONDE WALDNER – John Fanning, bajo Los
pretendientes de Arabela: CONDE ELEMER – Corey Bix, tenor CONDE DOMINIK – Craig
Irvin, tenor CONDE LAMORAL – Bruno Roy, barítono MATTEO, joven oficiel –
Michael Brandenburg, tenor MANDRYKA, terrateniente – Tomasz Konienczny,
bajo-barítono FIACKERMILLI – Claire de Sévigné, soprano.
Abriendo la Temporada 2017-18 de la Canadian
Opera Company, Arabella de Richard Strauss marca un hito en la historia de la
ópera en Canada, pues nunca había sido representada al norte de la frontera con
los Estados Unidos. Las razones por esta ausencia de las escenas canadienses no
son del todo claras, pero hay dos a mi parecer bastante relevantes: en primer
lugar, Arabella es una 'Konversationsstück', una comedia de costumbres muy de
moda a mediados del siglo XIX, y retrata – en palabras del mismo Strauss – “una
Viena bastante vulgar y equívoca”, dominada por la sed de dinero, la vida fácil
y la ausencia de valores; enfocada sobre todo en los diálogos, la obra no
incluye arias ni motivos cautivantes. En segundo lugar, la partitura de Strauss
es particularmente difícil, las prestaciones vocales que exige de los
intérpretes son largas y complejas, ricas de variaciones y matices. Esta que
vemos en Toronto es una coproducción con las Operas de Santa Fe y de Minnesota,
ya presentada con éxito en los Estados Unidos. El director teatral es el mismo,
el canadiense Tim Albery, así como son los mismos el escenógrafo y vestuarista
alemán, Tobias Hoheisel, y la protagonista, la soprano canadiense Erin Wall. Tim
Albery se mantuvo básicamente fiel a la idea original de lacomedia: está
ambientada en la Viena de los años ‘60 del siglo XIX,cuando el Imperio
Austro-Húngaro era aún muy poderoso, a pesar de las derrotas sufridas sobre
varios frentes como en México. El libreto – el último escrito por von Hofmannstahl,
el sexto de su proficua colaboración con Strauss – fue creado sin embargo en
víspera de la Primera Guerra Mundial, ante síntomas ya palpables del cercano
derrumbe del Imperio. Es a esa época que Albery traslada la acción con una
escenografía sencilla y efectiva: tres grandes paredes curvilíneas que ruedan
sobre sí mismas para cambiar la escena de un acto al otro. El cuento es de
final feliz para la moderna heroína con la cabeza en los hombros y la mirada
atenta a la tambaleante economía familial, así como para su hermana menor,
Zdenka, que se creía destinada a un amor infeliz; pero la atmósfera final de
época/final de un mundo transluce en la atmósfera de la pieza: fluyen la
champaña y la música, entre la exasperada alegría del Carnaval y la frivolidad
de la fiesta en el Círculo de los Cocheros, mas el sentido del efímero y el
deseo de certezas parecen invadir el mundo de Arabela sobre las notas
apremiantes de la partitura.
Como mencionaba al principio, la obra está
centrada en el diálogo, pero la narrativa musical es especialmente compleja,
rica en metales y percusiones, con repentinos “trinos”, toques y saltos
armónicos. Patrick Lange – que dirige a menudo la 'Staatsoper' de Viena y tiene
claramente en su DNA la música de Strauss – llevó a cabo con la orquesta de la
Opera Company una extraordinaria labor de cincel, guiando a los instrumentistas
a lo largo de los recodos de la partitura y llevándolos a una increible
cohesión de tonalidad y viveza. Muy buenos todos los cantantes, con una ligera reserva
tanto acerca del tenor/Matteo enfermo de amor, como acerca de la soprano 'Fiackermilli'. Es cierto que el personaje del
oficial rechazado no tiene a su disposición frases musicales de particular
interés (dicen que Strauss odiara a los tenores...), y el estadounidense
Michael Brandenburg maneja bien la tessitura, pero su interpretación no despertó
entusiasmo en el público ni desde el punto de vista vocal ni por la actuación.
En cuanto a la joven Claire de Sévigné, es una soprano de adecuada coloratura
en el papel de la 'Fiackermilli' (un rol recortado, como lo hacen normalmente
las puestas en escena modernas) pero su prestación no fue extraordinaria. Entusiasmo
grande, en cambio, por las dos sopranos canadienses que interpretan a las
hermanas Waldner, las óptimas Erin Wall como Arabela – su voz y su estilo
dramático recuerdan bastante a los de Gundula Janowitz, históricamente de las
mejores en este papel – y Jane Archibald como Zdenka; y por el bajo-barítono
polaco Tomasz Konieczny, de voz poderosa, pero capaz de suavidad y matices, y
de considerable capacidad teatral, que le dio vida a un extraordinario y
convincente Mandryka. Me pareció poco acertada la elección del vestuario para
el “muchacho Zdenko”, abultado primero en un anónimo completo y luego en un conjunto de sobretodo y colbac, que quizás
reflejen correctamente el estilo de la época, pero resultan definitivamente tristes
en el escenario. Optimo como siempre el coro de la Canadian Opera Company, y
acertadas las cortas salidas de los comprimarios menores.
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