Fotos: Agathe Poupeney, Don Carlo, Guergana Damianova La Viuda Alegre, Cosi Fan Tutte Christophe Pele
Gustavo Gabriel
Otero
Twitter: @GazetaLyrica
París, 13-14-15/octubre/2017. Opèra National de Paris. Ópera de La Bastilla y Palacio
Garnier. Giuseppe Verdi: Don Carlos;
Wolfgang A. Mozart: Così fan Tutte y Franz Léhar: Die Lustige Witwe (La viuda alegre).
La Ópera Nacional de París incluye en la Temporada 2017-2018 veintidós óperas en veintiún espectáculos y catorce programas de ballet. Por el estilo de programación se pueden presenciar entre dos y tres óperas distintas en el curso de una semana. Se ofrecen anualmente 203 representaciones de ópera (141 en La Bastilla y 62 en el Palacio Garnier), 173 funciones de ballet (45 en La Bastilla y 121 en Garnier), 4 conciertos sinfónicos (uno en Bastilla y tres fuera de sede), 5 recitales y 4 conciertos de mediodía en el Palacio Garnier, además de conciertos en el Anfiteatro y en el Studio de La Bastilla. Participar de tres espectáculos operísticos consecutivos permite apreciar el funcionamiento de este coloso artístico, la calidad de sus producciones y la notable prestación de la orquesta. Además de tres estilos musicales diferentes, tres idiomas en los textos y tres formas de presentar lo escénico: de la modernidad vaga, pero finalmente fría y aburrida, de Krzysztof Warlikowski para el Don Carlos estreno de esta Temporada, pasando por la propuesta, de enero de este año, esencialmente coreográfica de Anne Teresa De Keersmaeker para Cosí fan tutte; a la probada puesta de Jorge Lavelli, original de 1997, para La viuda alegre que resulta un verdadero bálsamo ante otro tipo de propuestas.
La Ópera Nacional de París incluye en la Temporada 2017-2018 veintidós óperas en veintiún espectáculos y catorce programas de ballet. Por el estilo de programación se pueden presenciar entre dos y tres óperas distintas en el curso de una semana. Se ofrecen anualmente 203 representaciones de ópera (141 en La Bastilla y 62 en el Palacio Garnier), 173 funciones de ballet (45 en La Bastilla y 121 en Garnier), 4 conciertos sinfónicos (uno en Bastilla y tres fuera de sede), 5 recitales y 4 conciertos de mediodía en el Palacio Garnier, además de conciertos en el Anfiteatro y en el Studio de La Bastilla. Participar de tres espectáculos operísticos consecutivos permite apreciar el funcionamiento de este coloso artístico, la calidad de sus producciones y la notable prestación de la orquesta. Además de tres estilos musicales diferentes, tres idiomas en los textos y tres formas de presentar lo escénico: de la modernidad vaga, pero finalmente fría y aburrida, de Krzysztof Warlikowski para el Don Carlos estreno de esta Temporada, pasando por la propuesta, de enero de este año, esencialmente coreográfica de Anne Teresa De Keersmaeker para Cosí fan tutte; a la probada puesta de Jorge Lavelli, original de 1997, para La viuda alegre que resulta un verdadero bálsamo ante otro tipo de propuestas.
Don Carlos
Don Carlos. Ópera en cinco actos (París, 11 de marzo de 1867). Libreto de Joseph Mérry y Camille Du Locle. Krzysztof Warlikowski, dirección escénica. Małgorzata Szczęśniak, escenografía y vestuario. Christian Longchamp, dramaturgia. Claude Bardouil, coreografía. Felice Ross, iluminación. Denis Guéguin, vídeo. Ildar Abdrazakov (Philippe II, Roi d’Espagne), Jonas Kaufmann (Don Carlos, Infant d’Espagne), Sonya Yoncheva (Élisabeth de Valois), Elīna Garanča (la Princesse Eboli), Ludovic Tézier, (Rodrigue, Marquis de Posa), Dmitry Belosselskiy (le grand inquisiteur), Ève-Maud Hubeaux (Thibault), Krzysztof Baczyk (Un Moine), Julien Dran (le Compte de Lerme), Hyun-Jong Roh (Héraut royal) Silga Tīruma (voix en haut) Tiago Matos, Michal Partyka, Mikhail Timoshenko, Tomasz Kumiega, Andrei Filonczyk y Daniel Giulianini (députés flamands). Orquesta y Coro Estable de la Opéra National de París. Director del Coro: José Luis Basso. Dirección Musical: Philippe Jordan.
La Opéra
National de Paris ofreció una nueva puesta en escena de Don Carlos a 150 años de su estreno mundial en la versión original
en francés tal como fuera inicialmente pensada por Giuseppe Verdi -antes de
considerar cualquier corte-, y sin la presencia del ballet ‘La Peregrina’ que
fue compuesto y agregado durante los ensayos que precedieron al estreno mundial
el 11 de marzo de 1867. En elenco de
lujo, pleno de estrellas internacionales de la lírica actual que probablemente
pocos teatros en el mundo pueden reunir, y el concurso de los excelentes
cuerpos estables de la Ópera de Paris aseguraron un alto nivel musical. La
puesta en escena de Krzysztof Warlikowski no aporta nada nuevo anclando
la obra en un siglo XX indeterminado; mereciendo, en esta segunda función,
potentes, sonoros y casi generalizados abucheos. Philippe Jordan condujo con pericia a la
orquesta resaltando los tintes de grand
opéra a la francesa de la partitura. Jonas Kaufmann en el ingrato rol de Don Carlos
estuvo a la altura de las circunstancias, con buen francés y administrando su
caudal vocal con inteligencia; sin dejar de recurrir a la voz plena, a su
inmenso caudal y a su agudo amplio y potente. Sonya Yoncheva resultó una Élisabeth de
poderosos medios vocales, correcto fraseo, aceptable francés y buena línea de
canto. Ildar Abdrazakov como Philippe II triunfó
principalmente en su aria ‘Elle nd m’aime
pas’, fue muy correcto en los dúos con el Marqués de Posa y con el gran
Inquisidor; quizás le faltó carácter e intensidad tanto en la escena del Auto
de fe como en la de la Rebelión. El barítono francés Ludovic
Tézier fue modelo de interpretación como Rodrigue. Si fraseo elegante, su
línea de canto depurada, su francés inmaculado, su dramatismo y su expresividad
fueron evidentes en toda la velada. Elīna Garanča fue una princesa Éboli
electrizante. Quizás falten algunos graves profundos pero los compensa con su
arrolladora personalidad, su entrega sin límites, sus agudos de acero y su
centro de terciopelo. Potente y correcto pero sin brillar el grand inquisiteur de
Dmitry Belosselskiy, adecuadas Eve-Maud Hubeaux (Thibault) y Silgar Tīruma (voz
del cielo), eficaz tanto vocal como actoralmente el conde de Lerma de Julien
Dram, homogéneos los seis diputados flamencos, correcto el resto del elenco y
de excelencia el Coro que dirige José
Luis Basso.
Così fan Tutte. Ópera en dos actos. Libreto de Lorenzo da Ponte. Anne Teresa De Keersmaeker, dirección escénica y coreografía. Jan Versweyveld, escenografía e iluminación. Jan Vandenhouwe, dramaturgia. An D’Huys, vestuario. Ida Falk-Winland (Fiordiligi), Stephanie Lauricella (Dorabella), Cyrille Dubois (Ferrando), Edwin Crossley-Mercer (Guglielmo), Maria Celeng (Despina), Simone Del Savio (Don Alfonso). Bailarines de la Compañía de Danza Rosas: Cynthia Loemij (Fiordiligi), Samantha van Wissen (Dorabella), Michaël Pomero (Guglielmo), Julien Monty (Ferrando), Marie Goudot (Despina) y Boštjan Antončič (Don Alfonso). Orquesta y Coro Estable de la Opéra National de París. Director del Coro: José Luis Basso, preparación del Coro: Alessandro Di Stefano. Dirección Musical: Marius Stieghorst.
La coreógrafa Anne
Teresa De Keersmaeker trabaja con una doble distribución formada por
cantantes y bailarines. Cada solista tiene su correlato en un bailarín y la
duplicidad que ya está en el libreto de Lorenzo Da Ponte es amplificada por
esta concepción. Si a priori se puede especular que la danza puede distraer
esto no ocurre, el trabajo diferente de Anne Teresa De Keersmaeker se visualiza
inteligente, milimétrico, bien pensado y presentado. La segura dirección orquestal, desde el clave, de Marius
Stieghorst concreta una versión ligera, con vuelo, ágil. La respuesta de la
Orquesta se pliega a la sutileza Mozartiana a la perfección y el equilibrio
entre el foso y la orquesta está siempre asegurado. La soprano sueca Ida
Falk-Winland es una Fiordiligi de porte principesco que resuelve con
inteligencia y buen gusto los escollos de una partitura muy ardua y con
exigencias en todo el registro. Mientras que la Dorabella de Stephanie Lauricella es segura,
compenetrada y eficaz. Con bella emisión, potentes agudos y sutileza canora
encarnó a Ferrando el tenor Cyrille
Dubois mientras que el barítono francés Edwin Crossley-Mercer en Guglielmo mostró amplias condiciones
vocales, registro pleno y parejo, canto sólido y muy bien timbrado. La soprano
hungara Maria Celeng como Despina derrochó
simpatía y calidad vocal y Simone Del
Savio (Don Alfonso) demostró aplomado desempeño. En sus breves intervenciones el Coro, preparado para la
ocasión por Alessandro Di Stefano, mostró
estilo y sutileza.
Die Lustige Witwe (La viuda alegre). Opereta en tres actos, libreto de Victor Léon y Leo Stein, basada en la comedia de Henri Meilhac ‘L'attaché d'Ambassade’. Jorge Lavelli, dirección escénica. António Lagarto, escenografía. Francesco Zito, vestuario. Dominique Bruguière, iluminación. Laurence Fanon, coreografía. Véronique Gens (Hanna Glawari), Thomas Hampson (Conde Danilo), Franck Leguérinel (Barón Mirko Zeta), Valentina Naforniţa, (Valencienne), Stephen Costello (Camille de Rosillon), Siegfried Jerusalem (Njegus) Alexandre Duhamel (Vizconde Cascada), Karl‑Michael Elbner (Saint Brioche), Michael Kranebitter (Kromow), Peter Bording (Bogdanovitch), Anja Schlosser (Silviana), Edna Prochnik (Olga), Julien Arsenault (Pritschisch), Yvonne Wiedstruk (Praskowia), Esthel Durand (Lolo), Isabelle Escalier (Dodo), Sylvie Delaunay (Jou-Jou), Virginia Leva-Poncet (Frou-Frou), Ghislaine Roux (Clo-Clo), Marie‑Cécile Chevassus (Margot) y Laura Agnoloni (una dama). Orquesta y Coro Estable de la Opéra National de París. Director del Coro: José Luis Basso. Dirección Musical: Marius Stieghorst.
La dirección
escénica de Jorge Lavelli es clara,
sirve elegantemente el propósito de la obra, mueve a los solistas con destreza
y a las masas con distinción. Con sutileza y
perfecto estilo el maestro Marius
Stieghorst -director musical asistente de la Ópera Nacional de París-
condujo la faz musical. La respuesta de la dúctil orquesta se plegó con
excelencia a las melodías de Lehar. Véronique Gens como Hanna aportó
glamour y elegancia, adecuada línea de canto, volumen mediano y timbre grato. Con carisma y
simpatía desbordante Thomas Hampson
fue un Danilo de excelente actuación, cuidada elegancia, pulcra emisión,
belleza vocal, excelente fraseo y perfecta intencionalidad. Valentina Naforniţa dio el
carácter adecuado tanto vocal como escénico a Valenncienne: juventud y agudos
brillantes. A su lado el tenor Stephen
Costello derrochó como Camille de Rosillon, canto seguro, emisión firme y
atractiva personalidad. Franck Leguérinel resultó un simpático
Mirko Zeta de buena prestación. Un lujo contar con Siegfried Jerusalem como Njegus, ajustados y solventes tanto Alexandre Duhamel (Vizconde Cascada) como Karl‑Michael
Elbner (Saint
Brioche). Las Grisettes derrocharon simpatía mientras que fue correcto el resto del elenco. El Coro Estable que dirige el maestro José Luis Basso a la par de su calidad
vocal se divirtió y divirtió a los asistentes.
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