Foto: Lynn Lane
Lorena J. Rosas
Conociendo las
dificultades por las que atraviesa la compañía (haber tenido que dejar
temporalmente su teatro para refugiarse en un escenario improvisado dentro del
centro de convenciones) el espacio reducido pareció ser adecuado para la
escenificación de Gulio Cesare de
Handel, obra que ingresó al repertorio de Houston en el año 2003. Agradó principalmente
la original e ingeniosa idea de llevar la historia a los años 20 del siglo
pasado durante la época dorada de Hollywood, para desarrollarla dentro de los sets
de filmación de una película. Las escenografías se ajustaron a las limitaciones
de espacio, pero sus motivos y muebles art
deco, así como los fastuosos vestuarios son una idea que funciona y que
ofrece al espectador una visión directa, asequible y jocosa de la ópera. El
crédito es para el director escénico James
Robinson, y para los diseños de Christine
Jones. El elenco combinó experiencia con juventud, y contó con el
legendario contratenor David Daniels como
Ptolomeo de buen desempeño vocal y actoral, y su inconfundible timbre que aun
maneja con agilidad, desenvoltura y audacia. La mezzosoprano Stephanie Blythe mostró determinación y
muchas tablas como Cornelia y la soprano Heidi
Stober fue una atractiva y seductora Cleopatra de canto ligero, efectivo y
musical. Megan Mikailovna Samarin dejó
una buena impresión en su caracterización de Sesto. El papel de Julio Cesar le fue confiado al
contratenor del momento Anthony Roth
Constanzo, que tuvo un desempeño discreto, si bien maneja la voz con
virtuosismo, parece ser un artista mecánico y poco comunicativo en escena. El
elenco lo completó el joven contratenor Aryeh
Nussbaum Cohen como Nireno, y el bajo-barítono Federico De Michelis como Achilla. Una reducida orquesta sirvió de
acompañamiento y marco vocal para las voces, emitiendo un sonido uniforme y dinámico, con la seguridad de
la guía de su titular Patrick Summers,
dirigiendo desde el clavecín.
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