Foto: Les Arts Florissants / D. Rouvre
Ramón Jacques
Les Arts Florissants se presentó en la sala Walt Disney Hall de esta
ciudad, dentro del ciclo de música barroca del recinto, ofreciendo un díptico
de obras que inmiscuyen a los poderes supernaturales con asuntos de mortales
como: Dido y Eneas de Henry Purcell y
la pastoral en forma de tragédie
en musique en miniatura, Actéon de Marc-Antoine Charpentier. Dirigiendo
desde el clavecín a un reducido grupo de músicos, William Christie demostró porque su orquesta es de las mejores en
el género de la música antigua, en un espectáculo que evidenció comprensión
musicológica y una viva teatralidad con sentido del drama. Se escuchó un
ensamble homogéneo y ligero, que apoyo a las voces y cuyo tejido musical,
particularmente el de las cuerdas y el continuo, causó profundas sensaciones.
La puesta semi-escénica de Sophie
Daneman, utilizando únicamente sillas, fue de buen gusto, por la sincronía
de los movimientos, y por su claro apegó a las historias. Además, los cantantes
dieron credibilidad a sus personajes, así como a las ninfas, marineros, brujas
y cazadores que aparecen y por sus coordinadas intervenciones como coro.
Christie seleccionó a los mejores cantantes surgidos de su academia (Les Jardin de Voix), hoy destacados
solistas, como: la soprano Elodie
Fonnard quien sobresalió como Diana en Actéon (y la segunda mujer en Dido)
por su expresividad y segura presencia escénica, y por su cristalina y
brillante tonalidad vocal. La mezzosoprano Lea
Desandre agradó por su conmovedor lamento de Dido, donde mostró claridad,
control y conmovedores pianissimos
(también dio vida a Juno de Charpentier). Digna de mención es la soprano Rachel Redmond por su desenvolvimiento
musical y actoral como Arthébuze y como Belinda de Purcell. Ligero y grato fue
el timbre exhibido por el tenor Reinoud
Van Mechelen encarnando a Actéon (y después a un espíritu y un marinero).
El barítono Renato Dolcini fue un
efusivo y elocuente Aneas (y un cazador); y la parte jocosa la aportaron el
contratenor Carlo Vistoli como la
hechicera, y las sopranos Maud Gnidzaz
y Virginie Thomas como las astutas
brujas. A pesar del nivel del concierto, la sala lució semi-vacía, evidencia de
que la música barroca no despierta el mismo interés que la música sinfónica en
este país, un pendiente que los programadores de las asociaciones musicales y
las y las salas de concierto deben resolver para atraer más público a estos
eventos.
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