Lloyd Schwarz
Boston Lyric Opera importó la producción escénica de la Opera Nacional de Escocia para montar la popular opera Tosca de Puccini. En esta puesta, la Roma napoleónica fue situada durante la época del fascismo. Las lujosas y detalladas escenografías de Peter Rice (incluyendo una habitación en el palacio Farnese y el techo del castillo Sant’Angelo) así como la iluminación atmosférica de Paul Hackenmueller fueron sorprendentes. La dirección escénica de David Lefkowich fue esencialmente convencional a pesar de los novedosos cambios al libreto. Como por ejemplo, cuando Tosca esta a punto de ser ultrajada por el Baron Scarpia, y ella esta por apuñalarlo, suelta el cuchillo y lo hace con unas tijeras; o cuando tira a un lado el crucifico que debía colocar sobre el pecho de Scarpia muerto. La rapsódica música de Puccini pareció ser más artificial y melodramática en esta puesta moderna. Como Tosca, la soprano Jill Gardner no hizo demasiado para crear un indeleble personaje. Para poder alcanzar la alta nota final de su aria “Vissi d’arte”, Gardner minimizó el momentum de Puccini y nuestro sentido de la desesperación de Tosca, tomando una gran respiración a la mitad de la climática frase. Posee una voz bien enfocada, pero no tiene ni el peso ni la variedad de color que necesita Tosca. Su valeroso brinco de la parte más alta del castillo, fue sin embargo, un coup de théâtre.
El publicó quedo fascinado con el Scarpia del barítono Bradley Garvin. Su delgada y sorprendentemente joven apariencia lo hizo parecer como una amenaza sexual, y aunque su voz no es enorme, si es firme y resonante. El tenor mexicano Diego Torre (como Cavaradossi) tuvo que dejar la producción por una bronquitis, y fue reemplazado por el joven Richard Crawley, con el tiempo mínimo de ensayos. La voz de Crawley parecio ser más agradable que poderosa: y sus lamentos de tortura fuera del escenario fueron inaudibles, dando poco motivo para el desesperado y erróneo intento de Tosca por salvarlo de revelar sus secretos políticos. Aun así, cantó su aria "É lucevan le stelle" con considerable pasión. El director musical Andrew Bisantz sacrificó los momentos de bajo rango en favor de los momentos más melodramáticos. Puccini es una de las maquinas mejor aceitadas de Puccini, por lo que debería ser imparable, pero Bisantz avanzaba y se detenía constantemente. Esta producción, a pesar de todos los esfuerzos internacionales que se hicieron, si sintió como si fuera la puesta escénica de un teatro provincial de segundo nivel.
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