Foto: Cory Weaver
Ramón
Jacques
A pesar de que en su larga historia la Ópera Lirica de
Chicago ha estado vinculada con la escenificación de operas del repertorio
italiano, principalmente de Verdi, Nabucco
continúa siendo poco conocida en este escenario donde solo se había montado dos
veces, en su estreno en 1963 y en la temporada de 1997. En escena se vio la
rutilante producción diseñada por Michel
Yeargan, que tiene ya varios años en circulación, durante los cuales ha
sido vista en los teatros de Los Ángeles, Houston y San Francisco, y que parece
no perder su vigencia. Situada en un tiempo indefinido, pero moderno, las inscripciones
en las paredes de escritura cuneiforme y hebrea sugieren que la trama
transcurre entre Jerusalén y Babilonia. Un brillante palacio azul minimalista,
estatuas de bronce, figuras de caballos al fondo; y una larga escalera que
atraviesa el escenario de un lado a otro con un trono en la parte superior, son
algunas de las sugestivas escenas que regala este montaje al espectador, sin
olvidar la abigarrada iluminación en tonalidades azules y rojas de Duane Schuler que dan a la escena un
toque oscuro, lúgubre y dramático; ni los elegantes vestuarios rojos y negros
de de terciopelo. Ante este marcó el debutante director de escena Matthew Ozawa, debía concentrarse en
que la escena tuviera fluidez y los personajes fueran creíbles y humanos, situación
que no logro plasmar del todo incurriendo por momentos en escenas estáticas y
acartonadas.
La atención se centró en el personaje de Abigaille, personificado
por la soprano Tatiana Serjan con
una interpretación preeminente. Sobresalió la brillantez de su voz, que
contiene una amplia gama de colores, y la naturalidad con la que proyecta y
logra comunicar, así como su sobrecogedora actuación. El barítono Željko Lučić
se mostró muy seguro y solvente en el
papel principal, al igual que Elizabeth
DeShong, mezzosoprano estadounidense en carrera ascendente que mostro
buenos recursos vocales y profundidad en su voz. A su vez, estuvo muy discreto el tenor Sergei Skorokhodov un poco ausente en
el escenario y con poco que resaltar en su desempeño vocal. El bajo Dmitry Belosselskiy aportó una potente
y solida voz a Zaccaria y muy poco más. Cumplieron el resto de los artistas en
los papeles menores. Al frente de la orquesta Carlo Rizzi condujo con su amplia experiencia, de manera práctica y
con la intención de resaltar la dramaturgia contenida en la obra. Como en toda función de Nabucco, no deja de
sorprender la entusiasta y espontanea explosión de júbilo por parte del público
después del “Va Pensiero’ cantado aquí por un coro muy sólido y
profesional.
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