Foto: Ingrid
Fliter – crédito: Gary Houlder
Lorena J. Rosas
La pianista argentina Ingrid Fliter fue la solista invitada de este concierto de la Sinfónica
de Houston, que se realizó en su sede, la sala de conciertos Jones Hall en
Houston Texas. El programa combinó obras de Piotr
Ilich Tchaikovski (1840-1893) y de Félix
Mendelssohn (1809-1847), del cual, el famoso compositor ruso se declaró
admirador de su música e incluso llegó a defender de sus detractores en las reseñas
musicales que escribió hacia el año de 1870. El concierto comenzó con una postal
musical, el viaje por las islas escocesas que plasmó Mendelssohn en su obertura "Las Hébridas" op.
26, en un
sereno y sutil paseo, en el que resaltaron las violas y los chelos, secundados
por los seductores fagotes de la orquesta, que exhibió brillantez y conjunción.
Un grato preámbulo a una velada que continuó con el Concierto para piano no. 1 en sol menor op. 25 del propio
compositor alemán. Aquí, Ingrid
Fliter irrumpió con su piano al inicio del primer movimiento, con explosividad,
rapidez y energía, que contrastó con la melodía y el lirismo del Andante, el movimiento más apacible del
concierto, y donde la pianista mostró que su lado poético puede tan encandilar
como su destreza. El marco musical que proporcionó la orquesta fue adecuado, ya
que fue musical, colorido y su dosis de pericia. En la segunda parte se escuchó
la poderosa Sinfonía no. 6 en si menor
op.74, Patética, de Thaikovsky, un tour-de-force
de emociones y sentimientos que cinceló el compositor en estas imborrables líneas
musicales. El desempeño de la orquesta fue satisfactorio por parte de las
diversas secciones de la orquesta, al frente de la cual estuvo el maestro francés
Fabien Gabel, de amplia experiencia dirigiendo importantes orquestas, y
que en Norteamérica, se le conoce por su gestión al frente de la Orquesta Sinfónica
de Quebec. Gabel dirigió con precisión, muy detallado en sus movimientos y
entradas en las primeras dos obras, pero al final dejó una sensación de poca convicción
y claridad en su elección de tiempos (desde muy lentos hasta excesivamente
acelerados) en la orquestación de Tchaikovski,
donde privó de emotividad ciertos pasajes de la obra, que sonó por momentos
pesada, errática, confusa. Quedan sin embargo, en la memoria, las brillantes
pinceladas contenidas en la música y que regaló una compacta y uniforme sección
de violines. Mirando hacia el futuro, se espera el regreso del maestro
colombiano Andrés Orozco Estrada, titular de la orquesta, con la cual
por cierto extendió en estos días su contrato hasta la temporada 2022, con la ejecución
de obras de Beethoven, como sus sinfonías
6 y 7, y la ejecución en concierto de la ópera Fidelio.
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