Foto: Steven Iserliss (violonchelista). Associazione Lingotto Musica, Pasquale Juzzolino
Massimo Viazzo
Kristjan Järvi volvió al lugar del delito. Me refiero naturalmente al Tancredi rossiniano, opera puesta en escena en el principal recinto piamontés, el Teatro Regio de Turín, los días previos a la navidad y que justo fue a la baqueta del director estonio a la que se señaló como principal culpable de una puesta musical poco satisfactoria. La curiosidad de re escuchar a Järvi con una de sus orquestas interpretando un repertorio sinfónico mas apropiado a sus propios medios despertó un cierto interés. Señalo inmediatamente que tampoco en esta ocasión las cosas funcionaron a la perfección, como al final de la primera obra que fue la versión orquestal de Le Tombeau de Couperin di Ravel. Una predilección para el divisionismo tímbrico, una cierta brillantez y fluidez en el fondo, no parecieron suficientes para dejar una impronta verdaderamente personal, en una visión general, completa y superficial que resultó como poner frecuentemente el pie en el acelerador del virtuosismo (que encima de todo, puso en dificultades, en mas de una ocasión a los solistas de la agrupación helvética). En general estuvo poco interesado en las tonalidades, y extremadamente mecánico en la gestión tímbrica (como en la Forlane, segunda parte de “Le Tombeau de Couperin”), y no estuvo particularmente atraído por las categorías del dionisiaco y visionario (Schumman). A pesar de ser un poco frio por naturaleza Kristjan Järvi, supo desenvolver con extrema lucidez la desmaterialización de colores de Sein und Meinen (ser y pensar) obra que fue ejecutada por primera ocasión en Italia y que fue compuesta por el músico suizo Roland Moser e inspirada en Parménides. Aquí, Järvi trabajó con cincel logrado equilibrar con transparencia las dinámicas de los “llenos” y los “vacios” en una labor incesante y eficaz en la calibración. Los aplausos mas convincentes lo recibió el violonchelista Steven Isserlis quien interpretó el Concierto en la menor de Robert Schumman de manera muy intima, con una expresividad contenida, pero con alguna vidriosidad tímbrica en los pasajes técnicamente mas complicados (el Sehr Lebhaft final, por ejemplo). La siguiente cita será cuando se presente en el Lingotto, la Scotish Chamber Orchestra dirigida por el director británico de veintisiete años de edad Robín Ticciati.
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