Saturday, November 14, 2009

Erwartung de Arnold Schönberg - Palácio das Artes, Belo Horizonte Brasil

Foto: Elaine Coelho
Crédito: © Paulo Lacerda -Fundação Clóvis Salgado


Renato Rocha Mesquita

Causó preocupación en el público desde el anuncio de la iniciativa, la decisión del Palácio das Artes de Belo Horizonte de poner en escena el monodrama Erwartung (La Espera), de Arnold Schönberg, en un programa único, sin ningún complemento y como cierre de la temporada 2009. Ningún teatro en el mundo presentaría un monólogo de no más de cuarenta minutos, sin otro título que lo complementara, para conforma un hacer un double bill de una función aceptable. Como para alargar un poco el espectáculo, el director Gilberto Gawronski, que ya había puesto en escena la ópera en Río de Janeiro en 1995, decidió utilizar como prólogo el segúndo movimiento de las Cinco Piezas para Orquesta del mismo autor, acompañadas de la proyección en pantalla del poema “Barcolagem para Erwartung”, de Guilherme Mansur (el título incorpora las palabras barco y colagem). Después se escuchó – sin música – un largo texto de Ivo Barroso, en el cual el amante muerto del que habla el monólogo de Marie Papennheim, que sirve de libreto para la ópera, “contesta” las preguntas que hace la Mujer, el personaje del monodrama. Esos verborrágicos textos de circunstancia, de dos poetas locales sin mayores calidades, sirvieron solamente para aburrir y distraer la atención del poco público presente en la segunda función, del día 20 de octubre. El según texto, sobretodo – conteniendo un posible diálogo del amante con la Mujer – pareció una completa tontería pues la intención en el texto de Pappenheim es de construir sobre una serie de preguntas que deben quedar sin respuesta: de esa ambigüedad nace la tensión de ese drama expresionista. Musicalmente impecable estuvo la soprano brasileña Eliane Coelho, Kammersängerin de la ópera de Viena, y ello fue el momento cumbre del espectáculo. Absolutamente a gusto en el lenguaje atonal de Schönberg, con impecable dicción del alemán, la cantante demostró mas de una vez su afinidad con el repertorio germánico de principios del siglo pasado (Salomé de Richard Strauss es declaradamente su papel preferido). Poderosos fortíssimos y delicados pianíssimos marcaron su interpretación que podía haber sido mas enfática desde el punto de vista dramático y mas fuerte psicológicamente, pero fueron las limitaciones impuestas por la dirección de escena y del escenario las que acabaron perjudicando sensiblemente. El escenario del artista plástica Adriana Varejão, se resumió en un enorme cubo blanco, en perspectiva, contra un fondo negro, en el cual la cantante se vio confinada la mayor parte del tiempo. El Iluminado cubo, y situado a razonable distancia del proscenio, alejo a la cantante del público y limitó sus gestos y sus movimientos en el escenario, impidiendo que los momentos cruciales de la acción fueran explícitos para el público, como el descubrimiento del cuerpo muerto de su amante, confundido con un tronco, que paso desapercibido para todos. Muerto estaba, pero sin ninguna función dramática, pues se encontraba perdido en la oscuridad y lejos de la cantante. Un escenario mas evocativo – como un bosque donde ocurre el monologo- hubiera producido un efecto mucho mejor y hubiera facilitado la comprensión y el envolvimiento del publico. Al final quedo un sentimiento de frialdad y distanciamiento que se tradujo en una demorada reacción de los presentes para dar inicio a los aplausos, una vez terminada la música. La Orquestra Filarmônica de Minas Gerais brilló una vez mas, en esta ocasión bajo la dirección de Abel Rocha, que ya había dirigido en la ciudad la primera producción brasileña de Pelléas et Mélisande, en el 2008. La partitura de opera no representó ninguna dificultad para los músicos, aunque pudo haber sido enfatizada por el director y su espíritu post-romántico, como sonoridades mas pulposas y calurosas. Al final, un espectáculo razonable que podía haber sido excelente en caso de que las opciones hubiesen sido otras, como por ejemplo, haber incluido como complemento el magnifico Castillo de Barba Azul de dos años atras, que embona muy bien en estilo y clima con la de Schönberg; desafortunadamente se comprobó una vez mas que las geniales ideas innovadores de los escenográfos actuales tienen enormes posibilidades de ser incorrectas.

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