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Massimo Viazzo
Elegancia, refinamiento, esplendor, ligereza: estas son las cualidades que particularmente se aplican cuando se ve dirigir al joven talento ingles de origen italiano Robin Ticciati, quien condujo a su orquesta la Scottish Chamber Orchestra (de la cual es desde hace algunos meses su director principal) quizás sin gran fantasía pero con un búsqueda tímbrica verdaderamente sorprendente. La gema de la velada fue la ejecución del primer movimiento, Adagio-Allegro, de la Sinfonía “¨Praga” de Mozart, que fue un verdadero caleidoscopio de colores (siempre muy calibrado), con un fraseo muy cuidado en cada mínimo detalle y que supo desenlazar hasta crear vitalismo puro, pero sin hacer menos, en ningún momento, su empuje propulsivo inicial. Si bien es cierto que ciertas imprecisiones de parte de la agrupación escocesa (que no siempre estuvo técnicamente impecable) ofuscaron el resultado virtuosístico; el brillante, luminoso y siempre equilibrado Mozart de Ticciati convenció.
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