Foto: Sarah Coburn, Frédéric Antoun, Roderick Williams - Crédito - Gaston de Cardenas.
Abigail Brambila
La compañía Florida Grand Opera ofreció la opera-cómica El Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini, como tercera entrega de su temporada que se realiza en el teatro Adrienne Arsht Center de Miami.
En el elenco de artistas, destacó la participación del barítono ingles Roderick Williams quien en su debut local en el papel de Fígaro, y desde su interpretación de “largo al factotum”, dejo muestra de una vasta capacidad vocal. La soprano Sarah Coburn interpretó el papel de Rosina con inigualable presencia en escena, resaltando esa parte inocente, coqueta y astuta de la mujer. Su canto fue ágil y de grato color. El tenor canadiense Frédéric Antoun personificó un Conde de Almaviva de buena figura y aspecto, y cantó con elegante fraseo y articulación.
Incuestionables fueron las cualidades mostradas en escena por el legendario bajo- barítono italiano, Bruno Praticò quien demostró una vez más porque los papeles bufos son su especialidad.
En el elenco de artistas, destacó la participación del barítono ingles Roderick Williams quien en su debut local en el papel de Fígaro, y desde su interpretación de “largo al factotum”, dejo muestra de una vasta capacidad vocal. La soprano Sarah Coburn interpretó el papel de Rosina con inigualable presencia en escena, resaltando esa parte inocente, coqueta y astuta de la mujer. Su canto fue ágil y de grato color. El tenor canadiense Frédéric Antoun personificó un Conde de Almaviva de buena figura y aspecto, y cantó con elegante fraseo y articulación.
Incuestionables fueron las cualidades mostradas en escena por el legendario bajo- barítono italiano, Bruno Praticò quien demostró una vez más porque los papeles bufos son su especialidad.
La producción y dirección de escena estuvieron a cargo de Renaud Doucet. Gran parte de la escenografía se basó en animaciones y proyecciones al fondo del escenario, dando un toque de creatividad e innovación, aunque algunos detalles en la actuación dejaron mucho que desear, porque que hicieron que la comicidad contenida en la trama se exagerara con innecesaria ironía y sarcasmo. La iluminación de Guy Simard logró dar al escenario un efecto adecuado, y el vestuario a cargo de André Barbe, y el maquillaje de Chris Diamantides, no solo estuvieron de acuerdo a la época, si no que enfatizaron el estilo y la caracterización de cada personaje.
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