Ramón Jacques
Parecería que las batutas de los directores de orquesta de origen ingles han entendido y se han adaptado muy bien al temperamento y al carácter de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, como ha quedado manifestado en sus recientes y satisfactorias ejecuciones de sinfonías del género romántico, y que en esta ocasión correspondió a la Sinfonía No. 4 en re menor, Op. 120 de Robert Schumann (a 200 años de su natalicio). En su atenta y segura lectura, James Judd extrajo con facilidad, destreza y cohesión, las alegres tonalidades y coloraciones contenidas en los cuatro movimientos continuos que contiene la partitura, y que se expresan con pasión en el Andante-Allegro; que atraviesan la solemnidad y suavidad de la Romanza; y que sellan la obra con un exuberante final en el Finale: Largo – Allegro.
El programa incluyó también una grata realización del Concierto para piano y orquesta No. 1 en re menor, Op. 15 de Johannes Brahms, obra que contiene elementos y referencias directas a Robert Schumann y que contó con la presencia de Jean Louis Steuerman como solista. El pianista brasileño mostró versatilidad frente al teclado captando el ímpetu y la musicalidad del primer movimiento; así como la contrastante tranquilidad y serenidad en el segundo segundo, pero cuya verdadera desenvoltura y atrevimiento quedaron mejor plasmados en su habilidoso y dinámico Rondó: Allegro non troppo, tercer y ultimo movimiento de la obra. La orquesta tuvo un exaltado y agitado inicio, que fue calibrado durante la obra por la mano de Judd, hasta ofrecer un adecuado marco de acompañamiento por la sección de cuerdas de la orquesta, y con brillantes destellos de la sección de metales. Steuerman regaló un bis con algunas notas de Schumann.
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