Foto: The Broad Stage
Ramón
Jacques
Situado en el suburbio de Santa Mónica
en Los Ángeles, la sala de conciertos The Broad Stage se ha convertido en una
parada obligatoria para que las estrellas de la lirica de la actualidad
ofrezcan al público de esta ciudad su faceta de recitalistas, y las dimensiones e intimidad que ofrece este recinto
con capacidad para 500 espectadores lo convierten en un lugar ideal para ello. Por
este escenario han pasado ya artistas de la talla de Elina Garanca, Juan Diego
Flórez y Joyce Di Donato, por mencionar algunos, y el esperado retorno
estadounidense de Cecilia Bartoli programado para el pasado mes de marzo fue
cancelado de manera intempestiva. La próxima temporada luce interesante con los
recitales de Angela Gheorghiu, Marcelo Álvarez, Piotr Beczala y el de Jonas
Kaufmann, que marcará su debut en esta ciudad. El joven tenor Vittorio
Grigòlo, quien habia
pisado este escenario el pasado mes de febrero en un recital con piano, volvió
para ofrecer un concierto acompañado con orquesta, en algo así como una selección
de los “mejores
éxitos de arias para tenor” algunas de las
cuales fueron interpretadas de manera sobresaliente, homogeneidad, calidez en
el timbre y con mucho ímpetu y pasión. Grigòlo demostró, y a la vez nos
recordó, cómo deben ser bien cantadas arias que conocemos de memoria pero que ya pasamos por alto como: Una
furtiva lagrima, La donna è mobile, precedidda del Questa o quella de Rigoletto y Che gélida manina de La bohème, con los que
cautivo y se hecho al bolsillo a un público entusiasta. Si bien su voz adquirió
un tono metálico no muy grato en arias como Angelo
casto e bel de Il Duca di Alba y E’la
solitaria storia del pastore de L’Arlesiana, su entrega y brio no menguaron
ni un segundo. Es evidente que se trata de un artista que busca darlo con tal
de complacer a su público. Si bien aclaró atinadamente que tanto Nessun Dorma como E Lucevan le Stele no forman parte de su repertorio, estas no
podían faltar en un programa como este, las cantos de manera correcta pero
con el mismo espíritu y entusiasmo. Un punto destacable del concierto fue su interpretación de arias francesas, un repertorio que le es afin a su estilo y
temperamento, deleitando en particular con Le Rêve de Manon, incluidos unos escalofriantes pianos de las cuerdas
de la orquesta. Otras arias de este
repertorio fueron Ah leve
toi soleil de Romeo y Julieta, la ópera con la que
debutó en la Ópera Los Ángeles hace un
par de años, y Pourquoi me reveiller de Werther. La orquesta conformada para el
concierto, reunió a destacados músicos de diversas orquestas de la ciudad,
quienes bajo la segura mano del director Alberto
Meoli, mostró cohesión y ofreció atractivas ejecuciones de las oberturas
del Barbero de Sevilla, de la Gazza Ladra, de Don Pasquale, el Intermezzo
de Cavalleria, así como la desconocida obertura, al menos por estos pagos, de
la ópera Le Maschere de Mascagni. El punto criticable y reprochable de la velada
fue la actitud del artista, quien a partir de la segunda parte y después de
agradecer al publico su asistencia, desvirtuó por completo su desempeño al más
puro estilo del “stand up comedy” hollywoodense, con exageradas y cargadas
bromas, interacción y burlas de mal gusto hacia el público, corriendo por los
pasillos del teatro y utilizando un lenguaje vulgar, ofensivo e inapropiado
para un evento de este tipo. Francamente innecesario considerando que
vocalmente ya había conquistado al público. Imposible recordar cuantos o cuales
fueron los bises que ofreció, que fueron bastantes, porque ante tal despliegue
de ridiculez, la mayoría del público, incluido quien esto escribe, ya había
optado por retirarse.
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