Gustavo Gabriel Otero
Concierto memorable de la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la batuta del
maestro Carlos Vieu en la sala
denominada ‘La Ballena
Azul ’ del nuevo Centro Cultural Nacional en el ex Palacio de
Correos de Buenos Aires, el pasado viernes 14 de agosto. La cuidada selección del repertorio, la batuta convocada, el concurso
del excelente Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata que dirige con éxito Hernán Sánchez Arteaga, y la participación
de solistas líricos de real valía dentro de los cantantes nacionales, eran a-priori una garantía de calidad. La
presencia del gran tenor internacional Luis Lima -hoy semi-retirado de los
escenarios- fue un aliciente más para concurrir a esta verdadera fiesta, que a
la postre se convirtió en un Homenaje al cordobés Luis Lima. El programa fue muy variado y extenso, y estuvo integrado principalmente
por fragmentos de óperas del repertorio italiano, algunas páginas del francés y
una pequeña muestra del alemán. La expansiva batuta del maestro Vieu se lució en los momentos
sinfónicos. Así pasaron el Intermezzo de Manon
Lescaut de Giacomo Puccini, la
Obertura de La forza
del destino de Giuseppe Verdi, y el Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni. Carlos Vieu fue en todo
momento puntal de la función con extrema diligencia para los cantantes y
atención permanente a los profesores de la Orquesta Sinfónica
Nacional, logrando unas suntuosas versiones orquestales de los fragmentos
cantados. Quizás era necesario un mejor balance acústico ya que en la nueva sala
el sonido ‘rebota’ especialmente en los momentos de mayor intensidad sonora. El
espectador tiene la sensación de escuchar música grabada en el mayor de los
volúmenes posibles del reproductor. Seguramente el uso de la sala con asiduidad
por parte de la Orquesta
y de los distintos directores vaya mejorando el balance sonoro. Impecable el Coro del Teatro
Argentino de La Plata ,
que se lució en Dio, fulgor della bufera!, Si calma la bufera y Fuoco di gioia
de Otello de Giuseppe Verdi; el Coro
de Cigarreras de Carmen de Georges
Bizet; el coro de Zingarelle e mattadori
de La Traviata
de Giuseppe Verdi, el poético Coro a bocca chiusa de Madama Butterfly de Giacomo Puccini y en el impactante final con el
Te Deum que cierra el primer acto de Tosca,
también de Puccini. En la participación de los solistas vocales se conjugaron distintas
generaciones de cantantes, desde los más jóvenes y promisorios a los
consagrados en el ámbito nacional pasando por los de edad intermedia e
interesante carrera. Entre los más jóvenes se destacó especialmente Marina Silva por volumen, expresividad, línea de canto y belleza
vocal. Asumida como una diva -con tres cambios de vestuarios incluidos- su
participación incluyó el dúo de La Traviata , Un di
felice, eterea, el aria Si, mi chiamano Mimí, de La Bohème
y el cuarteto del último acto de Rigoletto. En el otro extremo el tenor Sebastián
Russo intervino sin deslumbrar en el mencionado dúo de La Traviata , en La donna e
mobile y en el Cuarteto de Rigoletto.
Sin duda un espaldarazo para su carrera estar en este programa y compartiendo
escenario con artistas nacionales de primer nivel. También joven, Florencia Machado,
impresionó por su potente interpretación del aria de las cartas de Werther y por su incisiva y voluptuosa participación
en el cuarteto de Rigoletto. La soprano Mónica Ferracani,
de dilatada carrera nacional, brindó una magnífica interpretación de D’amor
sull’ali rose, y de la cabaletta respectiva de Il Trovatore, y una ajustada y sentida versión de Vissi d’arte, de Tosca.
Entre los no tan jóvenes Hernán
Iturralde fue perfecto en la
Canción de la
Estrella vespertina de Tannhauser
en el único momento alemán de la velada, y efectivo como Scarpia en el
fragmento de Tosca que cerró el
concierto. Es de lamentar que en los últimos compases el maestro Vieu no haya
cuidado los planos sonoros y que ahogara el sonido de Iturralde, quien por otra
parte no carece de ninguna manera de un volumen apreciable. Otros dos consagrados nacionales como Omar Carrión y Alejandra
Malvino prestigiaron en sus intervenciones el momento otorgado. Así Carrión
brilló como Fígaro en el Largo al factotum, tanto vocalmente como en actuación,
y fue sólido complemento de Luis Lima en el dúo de la amistad de Don Carlo. Mientras que Malvino fue
perfecta y sensual en Mon coeur s’ouvre à ta voix de Sansón y Dalila de Camille Saint-Saëns y arrolladora en Accerba
voluttá de Adriana Lecouvreur de
Cilea. También de edad intermedia, Fabián
Veloz, volvió a resplandecer como intérprete. Impactó con su voz poderosa y
excelente manejo de sus recursos en Cortiggiani vil razza dannata, y prestigió
el Cuarteto de Rigoletto. Dejamos para el final al que a la postre resultó homenajeado no solo por
el cariño del público sino por las sentidas palabras del maestro Vieu y por una
presente otorgado por las autoridades del Centro Cultural: Luis Lima. En el inicio Lima se dio el gusto de asumir por breves momentos un rol
que nunca cantó completo y que siempre lo fascinó: Otello. Su interpretación de
Esultate y Dio! Mi Potevi Scagliar, mostró que su caudal sonoro no ha
disminuido con el paso del tiempo, así como tampoco su capacidad interpretativa. En la segunda parte se destacó en un rol fetiche de su carrera y así
brilló en el dúo de Don Carlo, Dio
che nell’alma infondere, junto al barítono Omar Carrión. El bis o propina fue otro regalo para y por Luis Lima. Así acometió con cuidada línea de canto, buena
administración de los recursos y solvencia en los agudos el Nessun Dorma de
Turandot de Puccini. Como final de fiesta el elenco completo cerró la función con Va
pensiero, de Nabucco.
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