Foto: Sinfonia Varsovia ©
RJ- Interesante y sugestivo fue el concierto ofrecido por la orquesta sinfonica polaca Sinfonía Varsovia en el Palacio de Bellas Artes de México, bajo la conducción musical de su director artístico: el celebre compositor y director de orquesta clásico polaco Krzsztof Penderecki (el actual titular de la orquesta es el francés Marc Minkowski). El programa, que se centró en la ejecución de obras de compositores polacos del siglo veinte, incluyó una vibrante y virtuosa ejecución de cada uno de los cuatro movimientos de la obra para orquesta de cuerdas Souvenir de Florence, Op 70 de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, el momento mas alto del concierto, del que emanaron las inconfundibles melodías y ritmos folclóricos rusos, en los que esta agrupación hizo gala de una admirable precisión, uniformidad y claridad en un sonido que fluyó siempre con dinamismo y alegría, en el Alegretto moderato, y con romanticismo y sutileza, en el lento Adagio cantabile e con moto. Esta obra contrastó con el más pausado Concierto para cuerdas de la compositora y violinista Grażyna Bacewicz (1909-1969), que es una obra de carácter más reflexivo y neoclásico en tres movimientos, de grata textura orquestal, pero cuya ejecución sonó monótona en algunos pasajes. Del propio Penderecki, y de su amplio catalogo se escucharon dos breves composiciones: el Agnus Dei para orquesta de cuerdas (1994) y la Chacona para cuerdas (2005), en homenaje a Juan Pablo II, obras de carácter melancólico y litúrgico, con algunos pasajes lúgubres, en los que el compositor fusionó hábilmente el carácter moderno y actual que caracterizan sus obras, y en el que se pueden identificar algunos tintes de la música tradicional de su país. Finalmente, de Henryk Mikolaj Górecki (1933-2010) se ejecutaron Tres piezas en estilo antiguo, composiciones de ricas armonías, que evocan tiempos pasados, probablemente con un énfasis en el periodo de la polifonía medieval. Puntual y brillante fue la ligereza y el equilibrio con el que se interpretaron estas obras, bajo la escrupulosa y segura mano de Penderecki, quien calibró permanentemente los tiempos y timbres, para hacer sobresalir la musica de obras que parece conocer y dominar profundamente.
RJ- Interesante y sugestivo fue el concierto ofrecido por la orquesta sinfonica polaca Sinfonía Varsovia en el Palacio de Bellas Artes de México, bajo la conducción musical de su director artístico: el celebre compositor y director de orquesta clásico polaco Krzsztof Penderecki (el actual titular de la orquesta es el francés Marc Minkowski). El programa, que se centró en la ejecución de obras de compositores polacos del siglo veinte, incluyó una vibrante y virtuosa ejecución de cada uno de los cuatro movimientos de la obra para orquesta de cuerdas Souvenir de Florence, Op 70 de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, el momento mas alto del concierto, del que emanaron las inconfundibles melodías y ritmos folclóricos rusos, en los que esta agrupación hizo gala de una admirable precisión, uniformidad y claridad en un sonido que fluyó siempre con dinamismo y alegría, en el Alegretto moderato, y con romanticismo y sutileza, en el lento Adagio cantabile e con moto. Esta obra contrastó con el más pausado Concierto para cuerdas de la compositora y violinista Grażyna Bacewicz (1909-1969), que es una obra de carácter más reflexivo y neoclásico en tres movimientos, de grata textura orquestal, pero cuya ejecución sonó monótona en algunos pasajes. Del propio Penderecki, y de su amplio catalogo se escucharon dos breves composiciones: el Agnus Dei para orquesta de cuerdas (1994) y la Chacona para cuerdas (2005), en homenaje a Juan Pablo II, obras de carácter melancólico y litúrgico, con algunos pasajes lúgubres, en los que el compositor fusionó hábilmente el carácter moderno y actual que caracterizan sus obras, y en el que se pueden identificar algunos tintes de la música tradicional de su país. Finalmente, de Henryk Mikolaj Górecki (1933-2010) se ejecutaron Tres piezas en estilo antiguo, composiciones de ricas armonías, que evocan tiempos pasados, probablemente con un énfasis en el periodo de la polifonía medieval. Puntual y brillante fue la ligereza y el equilibrio con el que se interpretaron estas obras, bajo la escrupulosa y segura mano de Penderecki, quien calibró permanentemente los tiempos y timbres, para hacer sobresalir la musica de obras que parece conocer y dominar profundamente.
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