Athos Tromboni
La Traviata presentada el pasado 3 de abril por la Associacione Teatro Verdi di Porotto, en el Teatro Comunal de Ferrrara, dio buenos frutos porque nació un nuevo barítono verdiano, que se llama Gocha Abuladze (originario de la Georgia, del Cáucaso) con 24 años de edad. El veredicto lo ha dado el público de Ferrara que colmó los palcos y las plateas para la reposición del titulo, ausente desde el 2002, en el máximo escenario de esta ciudad. Señalamos que nació un nuevo barítono verdiano porque cuando se trata de voces, el instinto del público difícilmente se equivoca. Hacia el joven Abuladze se manifestaron los aplausos mas calurosos, también a escena abierta, así como las mas insistentes peticiones para el bis del aria, que no se concedió, de Di Provenza il mare e il soul, que es el caballo de batalla del personaje de Germont padre. Por el intercambio de gestos entre los cantantes y el director, mientras estallaban los aplausos, no se entendió si la negativa fue suya o del propio director. Indudablemente, el joven georgiano resultó ser el mejor del elenco y el merito de haberlo lanzado se corresponderá a la asociación de Porotto si este barítono mantiene el camino justo de la brillante carrera a la que se enfrenta. Su vocalidad es inestimable, de una envidiable mezcla entre el suave bronceado de un gran barítono verdiano como el italiano Leo Nucci y la sólida tesitura de otro optimo verdiano como el ruso Dmitri Hvorostovsky (por citar dos en activo, después de Pons, Bruson, Cappuccili y Bastianini que han dado cuerpo y voz al modo de ser del barítono verdiano). También escénicamente Abuladze posee un gesto y una mímica inclinada hacia la dramatización natural, y por lo tanto a la recitación no forzada pero espontánea. En la ejecución de las arias y los duetos la dicción italiana demostró ser satisfactoria y bien cuidada mientras que la acentuación extranjera lamentablemente apareció durante los recitativos, lo que debe ser objeto de mayor estudio y perfeccionamiento. Sara Rossi, hizo el papel de la protagonista, y fue el artífice de una buena prestación, en la que dibujó en manera eficaz el ápice del fatídico mi bemol del aria Follie! Follie! Delirio vano è questo, que le valió un aplauso interminable. Estos dos jóvenes fueron la flor de flores del concurso de este año de la Associazione di Porotto, mientras que el papel del tenor le fue confiado al ganador de la edición anterior, el coreano Sang Jun Lee, cuyo timbre es claro, el agudo brillante y el acento italiano casi perfecto, por lo que su Alfredo resulto ser muy eficaz, aunque le faltó un poco del calor pasional del personaje, que se sabe, es una característica “genética” de los cantantes orientales que cuidan la perfección técnica a costa de la pasión.
Muy bien estuvieron los comprimarios que aquí se citan: Stella Georgiu (Flora), Maria Giovanna Michelini (Annina), Stefano Rizzati (Gastone y Giuseppe), Gianpaolo Monti (Douphol y el Comisionario), Fulvio Massa (D'Obigny), Maurizio Franceschetti (Grenvil) y Niccolò Roda (un sirviente). La dirección escénica de Maria Cristina Osti, en el camino de la tradición, movió a los personajes dentro del drama intimo de la Traviata, impostado desde su aparecían hasta el preludio del primer acto, por una Violetta Valery marcada por la percepción de la muerte de cada esperanza, mas que de la angustia de la muerte física, que fue aquí donde la optima mímica de Sara Rossi contribuyó a aquella sugestión interpretativa. Desde el punto de vista espectacular, fue muy bello el final del segundo acto, con la intervención del coro, de las gitanas y los matadores con la coreografía de la bailarina Donatella Pasotto, con la acción que se desarrollo entorno y sobre una gran mesa verde mientras que el fondo era dominado por un enorme cuadro (Venus y Adonis) de Jacob Van Haal, el símbolo mitológico de la belleza juvenil y del amor maldito. Correcta fue la dirección de Fabrizio Milani, al frente de una buena Orquesta del Teatro Verdi de Porotto. El director hizo sonar a la orquesta sobre unos pianisimos completamente conmovedores, subrayando que el cuidado de los instrumentos y de los metales fue tal que no parecía que estuviese frente a un ensamble convocado para la ocasión, si no a una agrupación afinada por tocar junta siempre. Por su parte, no estuvo siempre precisa la Corale Lirica San Rocco, guiada por Maria Luce Monari. Al final del espectáculo aplausos copiosos y ovaciones para todos.
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