Ramón Jacques
La legendaria soprano estadounidense Jessye Norman volvió después de algunos años de ausencia al escenario del Palacio de Bellas Artes de México para ofrecer un recital acompañada al piano denominado: “Celebración del Musical Americano” que se centró particularmente en la interpretación de obras de compositores como: Leonard Bernstein, R. Rodgers y O. Hammersmith y George Gershwin, entre otros. No resultaría sorprendente entender la relación tan estrecha que se ha forjado entre esta artista y el publico de este recinto, que ha visitado en diversas ocasiones y que fue uno de los primeros escenarios internacionales en los que se presentó en los inicios de su larga y prolífica carrera. Muchos son los artistas que a lo largo del tiempo han pasado por este escenario, pero pocos en realidad han sido capaces de cautivar y entusiasmar tanto a este público, como Norman lo ha hecho nuevamente en este recital, porque es una diva en toda la extensión de la palabra y una artista que irradia carisma, distinción y elegancia en cada uno de sus movimientos, gestos y actuación. Se trata de una cantante expresiva, que se mueve con gracia sobre el escenario, que vive, siente y recita cada uno de los textos que canta, de un repertorio que domina, que se adapta a estilo de canto y que en suma: proviene de lo mas profundo de su ser. En la actualidad sus pocas apariciones en escena se deben mas a un problema en sus rodillas que no le permiten estar de pie mucho tiempo, que a un declive de sus cualidades vocales como podría pensarse. Su calido timbre de oscura tonalidad posee un brillo aun intacto; como lo demostró en Somewhere de West Side Story, en You’ll never Walk Alone de Carousel, así como en But not for me, o por ejemplo en el alegre I got rythm del musical Girl Crazy de Gershwin. Con claridad en su emisión, pasión, incluso apostando a la suavidad y delicadeza de la voz, fue capaz de emitir conmovedores pianisimos en The man I love the Gershwin y My man’s gone now de Porgy and Bess del mismo autor. Otra piezas interpretadas fueron Sleepin’ bee de Harold Alden, Climb ev’ry mountain de Rodgers y Hammersmith y Lonely Town de Leonard Berstein, todas ejecutadas con vehemencia. La segunda parte del recital que tuvo un tema más jazzistico y popular, con algunos espirituales, fue cantado con naturalidad e improvisaciones por Norman y estuvo dedicado a gente como: Odetta Holmes, Lena Horne, o Ella Fitzgerald con la interpretación de Summertime de Gershwin o a Duke Ellington, con su radiante It don’t mean a thing if it ain’t got that swing, y otras obras de este compositor. Notable fue el apoyo musical al piano de Mark Markham, quien además ofreció en solitario la Meditación para piano del propio Ellington.
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