Alicia Perris
Recital de Felicity lott, soprano y Jean-Paul Fouchécourt, tenor .Orquesta Titular del Teatro Real, dirigida por Sylvain Cambreling. 9 de junio 20 horas. Precioso concierto el que pudo escucharse esa noche gracias al savoir faire de un trío de artistas destacados en la ocasión, acompañados por una orquesta que, en general, sobre todo avanzado el concierto, estuvo a la altura de lo que se esperaba de ella. La velada ser compuso de un a revisitación del músico de origen alemán y judío Jacques offenbach (1819-1880), cuyo padre era cantante de música sinagogal e influyó de manera clara y rotunda para que su hijo se dedicara a la música l y tuviera éxito en un París convulso por movimientos sociales, políticos y guerras durante varias décadas del siglo XIX. La música de Offenbach con su picardía y desenfado, pero con un tratamiento riguroso y serio desde lo musical y lo vocal ha servido siempre de marco para un divertimento pasajero, aunque su música va mucho más allá de lo superfluo, como pudo demostrar en creaciones como “Los cuentos de Hoffmann”. En la primera parte se pudo escuchar la Obertura de”La vie parisienne” y a continuación, “Tout en tirant mon aiguille” de “La fille du tambour –mayor”, seguida de la Obertura y dos arias para soprano de “La belle Hélène”. Luego el “Ballet de los copos de nieve”, de “Voyage dans la lune”. Después de la pausa, la segunda mitad ofreció momentos de “La grande-Duchesse de Gérolstein”, “Orfeo en los infiernos” y “La périchole”. Hubo propinas, una de las cuales, la famosísima Barcarola de” Los cuentos”, interpretada con delicadeza y sofisticación por los cantantes. Lo importante, lo llamativo, fue la increíble interpretación que los cantantes hicieron de unas partituras destinadas en esa velada a ser representadas únicamente en concierto, porque la capacidad de transmitir de Llott en su gestualidad, simpatía y gracia, acompañada por un creativo vestuario ad hoc, hicieron las delicias de un público que se dejaba llevar por la gracia de la música y de los cantantes. Impecable la compenetración entre Fouchécourt y Lott, junto con la sólida dedicación de Sylvain Cambreling, dirigiendo a una orquesta receptiva y vibrante, con excelentes solistas en el violonchelo, clarinete y concertino. Una noche mágica, lejos de las complicadas propuestas que a veces realiza el Teatro Real. Puro divertimento y alegría la música de Offenbach, para aliviar y aligerar la pesadez y el poco garbo de los tiempos que corren, ahí fuera, al margen del entorno, mágico, del Teatro.
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